El protagonista de la novela Resurrección es el príncipe Dimitri Ivanovich Nejliudov, un vividor, libertino, egoísta, orgulloso y mujeriego que vive sumergido en un lío de faldas que le había llevado a una situación comprometida.
Angustiado por su situación presente, acude al Palacio de Justicia ya que ha sido nombrado miembro de un jurado. Con asombro, descubre que la acusada es Katherina Maslova, una joven a la que diez años atrás sedujo y abandonó, dejándola embarazada. Cuando la conoció era inocente y encantadora, ahora es una prostituta acusada de envenenar a un cliente y robarle 2.500 rublos y un anillo. La historia de Katherina es trágica, sobrevivió de forma milagrosa en su infancia pero sufrió el abuso por parte de varios hombres, siendo Dimitri el que más daño le hizo.
El príncipe había olvidado su pecado, "y he aquí que una extraordinaria casualidad le recordaba todo y exigía que reconociese su falta de corazón y su crueldad". Se siente "como si no fuera a juzgar, sino a sentarse en el banquillo de los acusados". El juicio despierta su conciencia, "en el fondo del alma, reconocía su crueldad, su vileza, la ignominia de aquel acto, así como toda su vida ociosa, libertina y cruel". A pesar de que el jurado considera a Katherina inocente, un error provoca que sea condenada a trabajos forzados. Dimitri, horrorizado, decide enmendar los errores, el cometido diez años atrás y el que se ha producido en el jurado del que él es miembro. Se sabe responsable de la situación en la que se encontraba la mujer y decide sacarla de allí.
A partir de aquí, su vida cambiará radicalmente. Hasta entonces, "Se sentía totalmente envuelto en las redes de una vida absurda, vacía, mezquina, sin objetivo, y no veía perspectiva de librarse de ellas". Como en todos los seres había dos hombres, "uno, espiritual, que buscaba el bien de todos, y otro, animal, que sólo perseguía el bien para sí mismo y por el que estaba dispuesto a sacrificar el mundo entero". Hasta ese momento había triunfado el animal, pero ahora decide restaurarse de forma definitiva, y pide ayuda a Dios: "Señor, ayúdame, instrúyeme, ven a mí para purificarme de toda bajeza". Dimitri va a comprobar que "Al rogar a Dios que le ayudase, que penetrase en él para purificarlo no se daba cuenta de que su plegaria estaba ya cumplida. El Dios que vivía en él se despertó en su conciencia. Y por eso experimentó una sensación de libertad, energía y placer de vivir, comprendiendo además la fuerza que representaba el bien".
El camino de redención y sacrificio empezado por el príncipe no va a resultar fácil. Tendrá que luchar contra los obstáculos que encontrará y contra sus propias frustraciones. Se convierte en el protector de Maslova pero ésta desconfiará de él y sus reacciones serán desconcertantes. El compromiso de Dimitri irá más allá de ayudar a Maslova y se comprometerá completamente en una lucha por los derechos de los más desprotegidos y por la dignidad humana frente a un sistema corrupto. Acompañará a Maslova hasta Siberia, donde será testigo de situaciones brutales y crueles, pero también comprobará "el regocijo de sacrificarse por los demás".
Leon Tolstoi nos dejó con Resurrección, una obra colosal con un planteamiento muy original que no decae en su desarrollo y que se adentra en lo más profundo del alma del ser humano. El amor encarnado en Dimitri es un amor diferente al que estamos acostumbrados en la actualidad, es el amor que se entrega por el prójimo de forma desinteresada, sin esperar nada a cambio. Pero la novela es, por encima de todo, una historia de redención. Dimitri ha vivido siempre pensando únicamente en él mismo; ha intentado cambiar por sus propias fuerzas, imponiéndose reglas para seguirlas con exactitud, pero caía de nuevo en la tentación. Sólo conseguirá redimirse cuando pida la ayuda de Dios y compruebe la liberación que predica uno de los personajes de la novela: "Los pecados de los humanos eran tan grandes que no era posible vivir así. Estamos condenados a perecer. Pero la salvación existe. Es asequible, ligera, alegre. La salvación está en la sangre que ha derramado sobre nosotros el único Hijo de Dios al sacrificarse por la Humanidad".
Tolstoi realiza una denuncia de la corrupción de todos los estamentos sociales y de un sistema judicial injusto y despiadado. Extensa es la parte dedicada al debate sobre la propiedad privada y el reparto equitativo de la riqueza, criticando las desigualdades sociales y el totalitarismo del gobierno. Otro debate igualmente apasionante es el relativo al sistema penitenciario y la reinserción de los presos que demuestra la actualidad de los temas planteados a lo largo de la historia. En la novela también encontramos una dura crítica contra la hipocresía moral de una sociedad en descomposición que empuja al protagonista a la frivolidad en lugar de a la piedad.
Tolstoi critica también duramente a la iglesia oficial ortodoxa, añadiendo en el capítulo 39 una curiosa refutación de algunas de sus prácticas. El episodio del grupo religioso perseguido por estudiar el Nuevo Testamento e interpretarlo de forma diferente a la oficial es revelador del totalitarismo religioso de la época. Resurrección es un reflejo de la vida de su autor, un hombre en constante búsqueda espiritual, con grandes luchas en su interior y extremista en sus planteamientos, especialmente en lo concerniente a la propiedad privada y al pacifismo. Para finalizar, Tolstoi nos tiene preparado un broche de oro, con el protagonista leyendo el Nuevo Testamento y encontrando el verdadero sentido a su vida: "Como sucede a muchas personas que leen los evangelios, comprendió a la primera el significado de palabras que había leído muchas veces sin reparar siquiera en ellas".
(Reseña publicada en la revista digital MujerdeHoy)
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