Un monje…
Un cadáver…
Un siniestro templario…
Una aventura genial…
Estos son los ingredientes del thriller histórico “Reliquias” de Pip Vaughan-Hughes (ed. Bóveda, 2010), ambientado en Inglaterra en el año 1235.
El hermano Petroc, es un joven monje novicio que cae en una trampa urdida por Sir Hugh de Kervezey, antiguo templario e hijo bastardo del obispo. Hugh mata a un joven diácono y consigue implicar a Petroc como principal sospechoso del asesinato y del robo de una reliquia. Petroc, engañado y usado como una marioneta, tendrá que huir, dejando atrás toda su vida anterior, mientras sir Hugh le acosa, cerrándole todas las puertas para escapar.
Petroc se verá implicado en una guerra entre el Papa y los obispos, una lucha de intereses en la que la avaricia es el principal motor de sus movimientos. El joven, ayudado por su mejor amigo, conseguirá formar parte de la tripulación del Cormorán, un barco al mando de Jean de Sol, un curioso mercader que lo acogerá bajo su protección. Petroc abrirá los ojos a una nueva realidad, rodeado de una curiosa tripulación que era “una extraña mezcla de vagabundos, hombres de fe y de armas, sabios y trovadores. Esos hombres, casi sin excepción se habían visto incapaces de vivir en el mundo cotidiano, allí trabajaban, vivían juntos, morían juntos”.
Jean de Sol resultará ser un traficante de reliquias, y el protagonista recorrerá junto a él múltiples países como Escocia, Francia, Italia, Groenlandia, Islandia, viviendo un sin fin de aventuras, mientras que Kervezey sigue acosándole en la sombra. El viaje le deparará sorpresas, reencuentros inesperados y una relación con una enigmática princesa.
Una novela repleta de aventuras, en la que el protagonista descubrirá la podredumbre de la institución de la iglesia, con unos personajes embarcados en un juego de traiciones y codicia que harán perder la fe de aquellos que se acercan a la iglesia buscando saciar su alma.
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