“El marido de Sarah McConell llevaba tres meses muerto cuando ella lo vio en el supermercado”.
Éste es el sugerente comienzo de la novela Sé que estás allí, de Laura Brodie (Ediciones B, 2011) que se presenta como un thriller, pero que habría que encuadrar más bien en el género de la novela romántica. La primera parte de la historia contiene una trama original que atrapa al lector, aunque después la sorpresa se va difuminando con un desarrollo previsible.
El incidente de Sarah en el supermercado no es algo puntual, ya que desde que su marido fuera arrastrado por una riada sin que apareciese su cuerpo, había visto su fantasma en varias ocasiones. Lo veía por todas partes, pero nunca era él. Pero esta vez siente que es algo distinto. Está convencida de que era él, aunque no puedo confirmarlo porque desapareció sin que pudiese comprobar su identidad.
Sarah está traumatizada con la muerte de su marido, sueña con él y los encuentros con su fantasma la tienen confundida. Al comentar sus experiencias con un grupo de viudas, éstas le comentan que es algo normal, que forma parte de las diferentes etapas del duelo, aunque ella comienza a sospechar que se está volviendo loca. Pero una de ellas le da un sabio consejo que Sarah tendrá que tomar muy en serio: “creo que en este mundo hay más cosas de las que podamos comprender. Si realmente ves a David, tiene que haber una razón. O de algún modo él intenta contactar contigo, o tú lo intentas con él. Lo último es lo más probable. Seguramente en tu cabeza hay algo sin resolver”.
El lector se sentirá confuso en la primera parte, sin saber muy bien si Sarah está loca, si lo que ve es un fantasma o si su marido no murió en la riada y todo forma parte de un enigmático plan. Con todos los ingredientes para ofrecernos un thriller trepidante, la novela da un giro, convirtiéndose en una historia previsible que perderá el efecto del impacto inicial.
A pesar de esta decepción, la novela mantiene su interés por la relación entre Sarah y su difunto marido. A través del relato, iremos comprendido las claves de su matrimonio y las razones por las que ella vivió deprimida los últimos años de su relación. Las apariciones de su fantasma la llevan a buscar sentido a su vida, a encontrar la felicidad, para lo que tendrá que replantearse todo lo que ha vivido con su marido. También se planteará su aspecto espiritual, con una reflexión interesante: “Sarah no dudaba tanto de la existencia de Dios como de la capacidad de los seres humanos para inspirar amor divino”. Estamos ante una historia de redención, de amor y desamor, de segundas oportunidades.
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