La novela se sitúa en la Francia del siglo XVII y, además de sus protagonistas de carne y hueso, tiene un protagonista principal que es el palacio de Versalles, un lugar que se presenta como un espejismo, una trampa, “obsesionado por su grandeza, preocupado tan solo por crecer y fascinar, Versalles se alimenta de carne humana, reduce las almas a la esclavitud y devora a quien se le resiste”.
Versalles es un escenario que refleja el corazón de su creador, el joven y ambicioso rey Luis XIV, ávido de placeres y de gloria, que estaba vaciando el Tesoro para llevar a cabo su gran sueño, “la locura de Versalles”, la construcción de un palacio digno del sol al alba. Pero su ambición va más allá, quiere conseguir el ejército más poderoso de Europa y una red de espías y de policías para controlar París, las provincias y la Corte. Además, busca un pretexto para declararle la guerra a España.
La construcción de Versalles se sitúa en una época convulsa para un país en el que destacaba la injusticia, las diferencias sociales, la falta de libertad, un período que queda resumido a la perfección por uno de los personajes de la novela: “El corazón de los hombres es un caldero de bruja. El siglo en el que vivimos esconde la suciedad debajo de las puntillas y la sanie del alma bajo el maquillaje, las reverencias y los falsos arrepentimientos. Sé de curas metidos en el crimen, campesinos que pegan con saña a las mujeres, burgueses que venden a sus hijas a monstruos, señores que torturan a los niños, príncipes que cazan con escopeta al agente como si fueran conejos y reyes que, en lugar de dar ejemplo de virtud, violan mienten y traicionan”.
En medio de este escenario oscuro y desolador, destacarán dos personajes, Batiste Le Jongleun y Nine La Vienne, un aprendiz de fontanero y una curandera, dos plebeyos cuyas vidas se mezclarán, mientras intentan conseguir unos sueños que les llevarán a situarse en medio de las intrigas y conspiraciones palaciegas con personajes históricos como el Cardenal Mazarino, Madame de Montespan, Ministro Colbert, el caballero de Rohan o el duque de Orleans, entre otros.
Batiste, hijo de una pescadora de sanguijuelas que lleva toda su vida luchando para sacar a su familia hacia delante, es un joven pendenciero, que no respeta a nada ni a nadie, mentiroso, mujeriego, que dedica su ingenio al robo y la picaresca. Se dispone a buscar una oportunidad para convencer a su madre y a su hermano de que puede conseguirles un futuro mejor, la construcción del palacio puede ser una puerta abierta, pero lo tendrá difícil porque nunca ha trabajado en nada serio.
La vida de Batiste se cruzará con la de Nine, hija de un barbero dueño de una casa de baños. A sus trece años destaca por su talento y atrevimiento, con un carácter ambicioso y rebelde, su apetito voraz por aprender la llevará a enfrentarse a todos los convencionalismos y abrirse camino en un mundo reservado a los hombres. Interesada en la ciencia, sueña con llegar a ser algún día una persona sabia que pueda sanar a la gente de sus enfermedades. Las dificultades de una cruda realidad “contra la que es inútil luchar porque así funciona el mundo y no tenemos poder para cambiarlo” no la amedrentarán y buscará la forma de encontrar una puerta falta, un medio para conseguir sus sueños y ambiciones.
La historia de Batiste y Nine, y cómo sus caminos se cruzan con los de realeza, son narrados en primera persona por un personaje misterioso, cuya identidad es un enigma al igual que la del destinatario de su relato. Su propósito es desvelar la verdad en medio de un cúmulo de engaños y mentiras. Este enfoque supone todo un acierto y un ingrediente más de interés para una entretenida y recomendable novela que nos hará disfrutar con su trama de intrigas, traiciones, pasiones y venganzas.
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