Deseo de chocolate, de Care Santos (ed. Planeta, 2014) es la obra ganadora del XXXIV Premi de las Lletres Catalanes Ramon Llull, una entretenida novela que, a a partir de la historia de una chocolatera de porcelana, narra el devenir de la ciudad de Barcelona a través de su tradición chocolatera y de tres mujeres, alejadas en el tiempo por siglos pero que tienen algo en común, de diferentes formas tienen contacto con el peculiar recipiente.
Care Santos teje una original novela que tiene como protagonista a un peculiar objeto, la chocolatera de porcelana, que se convierte en el eje central de una trama que, comienza cuando se rompe el siglo XXI y se va remontando hasta su fabricación en el siglo XVIII. La autora afirmó al recibir el premio que "a mí me gusta contar la historia a partir de las pequeñas cosas y el chocolate es una de estas pequeñas cosas que me dan la excusa para hablar de la gran historia", y esta es la estructura de la obra, un tríptico narrativo con tres grandes historias protagonizadas por tres peculiares mujeres, llenas de pasión, que tienen al chocolate y al objeto de porcelana como nexo común.
Además de la chocolatera, la novela tiene también una protagonista especial, la ciudad de Barcelona, con una honda tradición con el chocolate, uno de los primeros lugares donde “el chocolate se convirtió en un manjar de la aristocracia, cuna del primer pastelero, que se atrevió a fabricar un artilugio para procesar el cacao”.
Las tres historias se presentan en orden cronológico inverso, en primer lugar encontramos a Sara quien, a sus 40 años, vive inmersa en un triángulo amoroso cuyas raíces se remontan a 20 años atrás y del que iremos conociendo las claves a lo largo de una intensa y pasional narración. Sara Rovira tiene un apellido que es sinónimo de chocolate, propietaria de una chocolatería de referencia en Barcelona y sintiéndose orgullosa de dar continuidad a la tradición familiar. Su filosofía tradicional choca con la de su amigo Oriol Pairot, innovador y creativo, pero serán otros los asuntos que vertebran la relación entre Oriol, Sara y Max, el esposo de ésta y tercer vértice de un complejo triángulo amoroso.
La historia de Sara comienza con la chocolatera hecha añicos, anticipo de lo que va a ocurrir en su vida, pero con un significado también especial porque está convencida de que “dentro de los objetos viven historias y voces que los explican” y estas voces nos llevarán a las siguientes dos historias, en primer lugar retrocediendo en el tiempo hasta el siglo XIX, donde encontramos a Aurora, hija de la criada de una familia burguesa y hermana de leche de la primogénita, convencida de que no tiene posibilidad de ascenso y para quien el chocolate es un producto prohibido. Pero el destino tiene preparado algo muy diferente para la segunda protagonista de esta novela.
Esta historia está inspirada en el reconocido chocolatero Amatller y sirve a la autora para mostrar cómo el chocolate pasó a formar parte de la industrialización de Cataluña, perdiendo su carácter artesanal, que sí tenía en el siglo XVIII, donde descubrimos el origen de la misteriosa chocolatera y encontramos a la tercera y última protagonista, la joven Mariana, luchando por abrirse camino en un gremio de hombres. Esta última parte está basada en hechos y personajes históricos y en ella descubriremos a curiosos personajes como Fernández, el posible inventor de una máquina para fabricar chocolate.
Deseo de chocolate es un recorrido por las diferentes etapas en la producción de este manjar relacionado de forma estrecha con la ciudad de Barcelona, al mismo tiempo que descubrimos las luchas, enredos y problemáticas de sus tres mujeres protagonistas, unidas en el tiempo por un fino, único y preciado objeto de porcelana.
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