J. L. Rod es guionista de cine y televisión. Desarrolla la mayor parte de su trabajo para la industria de Hollywood y ha participado en algunos de los proyectos de mayor éxito de los últimos años. También ha sido profesor de creatividad y desarrollo de proyectos audiovisuales en varios centros de formación.
Actualmente vive a caballo entre un pueblecito de la costa de Cádiz y Los Ángeles (EE.UU.), y trabaja en la adaptación al cine de La suerte de los irlandeses y en la siguiente entrega de la serie de Pat MacMillan.
En esta segunda novela nos ofrece un trepidante thriller que vuelve a cautivarnos con su peculiar protagonista y su desenfadada y directa forma de actuar y relatar la investigación, además de sumergirnos en una trama dura, oscura, cruel, que se adentra en los rincones más siniestros de la maldad humana.
Pat MacMillan lleva casi dos años viviendo en un pequeño pueblo de la costa de Cádiz, después de abandonar el CNI y huir de Madrid al situarse en el punto de mira de la banda terrorista ETA. Hastiado de la vida de la ciudad había encontrado en este rincón perdido un remanso de paz, rodeado de perros, gallinas y hortalizas, y entregado a leer, ver películas, escuchar música, beber, comer y cuidar el huerto.
Este tiempo había supuesto un paréntesis en su vida en el que había conseguido olvidar el agobio de su pasado y se había reconciliado consigo mismo. Recuperado física y emocionalmente, decide hacerse detective cuando el dinero se le termina. Con los casos que le habían ido surgiendo conseguía sobrevivir y llevar una vida tranquila, hasta que llega un caso que cambiará radicalmente su situación.
La matriarca viuda de una de las bodegas más importantes de Jerez de la Frontera le encarga que investigue la violación y brutal asesinato de su hija ocurrido tres años antes. Necesita saber quién lo hizo y porqué para poder morir en paz. Tiene urgencia, por razones que se explicarán. Mac acepta a regañadientes por razones que también descubriremos, sin ninguna confianza en tener éxito en un caso que la policía había cerrado sin ningún resultado al carecer de cualquier pista.
El protagonista se sumergirá en una investigación que cada vez será más oscura y compleja, implicándose en un caso que le iba a acabar produciendo “horribles pesadillas durante todas y cada una de las noches del resto de mi vida”. Con constantes giros y revelaciones inquietantes, acompañaremos al detective en una trama de poder, sexo y dinero, en la que tendrá que echar mano de su experiencia y contactos en el CNI, se sumergirá en las cloacas de Cádiz y descubrirá el lado oscuro de una familia en apariencia intachable. La novela tiene muchos atractivos, eso sí, la trama es dura y nos llevará por caminos truculentos y siniestros.
Pero por encima de todo destaca la figura del protagonista y narrador, un personaje cínico, irónico, directo, honesto, lúcido en sus reflexiones, descreído, honesto, tenaz, justiciero, que no tiene ningún remilgo en saltarse la ley cuando así lo estima conveniente. Un personaje que consigue divertirnos con su ironía, estremecernos con sus descubrimientos, emocionarnos con situaciones como la que tiene que vivir con su madre, enseñarnos con sus continuas referencias culturales, además de sacudirnos con la sinceridad de sus reflexiones y la frialdad con la actúa en determinadas ocasiones. Al que reprocharemos sus vicios y con el que nos identificaremos al descubrir su sencilla ideología política: “Solo quiero que el gobierno de turno no robe y me toque los cojones lo menos posible. Con eso me basta”.
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