Los autores, tal y como se señala en el prólogo, son dos profesionales apasionados por la Antropología Forense, pasión que se refleja en cada una de las páginas del libro. José Antonio Sánchez, director del Museo de Antropología Forense de la Universidad Complutense de Madrid, es uno de los profesionales más respetados en el campo de la Medicina legal, conocido por su intervención en casos mediáticos y de relevancia histórica, entre otros, el análisis de los restos del general Prim.
Enrique Dorado, médico forense actualmente responsable del Laboratorio de Antropología del Instituto Anatómico Forense, es uno de los profesionales más respetados en el campo de la Medicina legal, conocido por su intervención en casos mediáticos y de relevancia histórica, entre otros, el análisis de los restos del general Prim.
Con el propósito de mostrar qué hay de realidad en lo que se refleja en películas, novelas y series de televisión sobre la labor forense, y desmontar los tópicos que han distorsionado su profesión han decidido “dar a conocer al gran público, no especializado, la experiencia y el conocimiento acumulados en sus ya dilatadas trayectorias profesionales” y “acercar al público la figura del forense, su trabajo, sus técnicas y sus casos”.
Un propósito que consiguen alcanzar con éxito mostrándonos, a través de casos prácticos, cuáles son las principales técnicas y métodos de investigación en los episodios de muertes violentas; cómo, a partir de análisis minuciosos de fragmentos óseos y otro tipo de restos, es posible recrear el escenario de un crimen; los protocolos a seguir en la identificación de cadáveres.
Tragedias recientes como El 11-M o el accidente de Spanair, el escalofriante caso Bretón, la identificación de restos de víctimas durante la guerra civil o los de Cervantes y Quevedo, casos intrigantes en los que han participado; suicidios, homicidios, robos, reliquias, investigaciones históricas como las muertes de Prim, Nefertiti o Julio César, entre otras; muchos son los casos tratados por unos autores que dejan a un lado perspectivas morbosas y se centran en el aspecto científico.
Sánchez y Dorado nos abren también las puertas de sus lugares de trabajo para mostrarnos cómo es el día a día de un forense, cuya labor no es solo la de hacer autopsias o identificar cadáveres, sino que realizar otras funciones actuando en estrecha colaboración con jueces, fiscales y policías, asesorando a familiares de fallecidos, además de los correspondientes y aburridos papeleos y burocracias.
Creo que la mejor forma de finalizar la reseña es con las palabras de Eduardo Andreu Tena, director del Instituto Anatómico Forense y prologuista del libro, quién está convencido de que esta obra “será un éxito por tratar un tema como la interpretación y el estudio de casos forenses, que, siendo en algunas ocasiones marginal, despertará en el lector el interés unas veces y en otras la curiosidad por conocer con rigor científico la explicación de los mismos”.
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