Tessa de Loo es el pseudónimo de Tineke Duyvené (Bussum, Holanda, 1946). Vive en la actualidad en Portugal y es una de las más aclamadas autoras en lengua neerlandesa. Tras su debut en 1983 con Meisjes van de Suikerfabriek (The Candy Factory Girls), entre sus obras destaca especialmente Gemelas, que se convirtió en best-seller en varios países y su adaptación cinematográfica estuvo nominada a los Óscar en 2004 en la categoría «Mejor película extranjera».
En este libro nos ofrece un relato épico que muestra la crueldad y falta de palabra de unos tercios que se consideraban invencibles pero que se toparon con el coraje de una mujer y de los habitantes de una villa que, aunque sucumbieron ante el ejército español, fueron de inspiración y marcaron el camino para el inicio de la resistencia holandesa que fue derrotando a los tercios en sucesivas batallas hasta conseguir la independencia, surgiendo la República de los Siete Países Bajos, precursora de los Países Bajos, como se conocen hoy día.
La novela tiene el aliciente de conocer este episodio desde la perspectiva de una autora holandesa y de una autora que ha construido una protagonista que llena la historia con su fuerte carácter y su personalidad arrolladora, un personaje basado en lo poco que se conoce del personaje histórico de Kenau Simons Hasselaer y que le sirve para desvelar qué ocurrió en el asedio de Haarlem, los juegos de intereses, traiciones e intrigas que culminaron con la conquista de la ciudad, y la falta de escrúpulos de un ejército español a cuyo mando estaba un personaje indeseable que se comportó de forma ruin, miserable y mezquina.
En el año 1568 comenzó la revuelta del príncipe de Orange contra el rey Felipe II, a la que se unieron varias ciudades de Flandes. El rey español envío a los Países Bajos al duque de Alba para imponer el orden en la región con un ejército que debía sembrar el terror y castigar las ciudades sublevadas y “contaminadas” con la herejía protestante. El duque confiaba en que la misión sería rápida y fácil,por lo que delegó el mando en su hijo don Fadrique de Toledo, de carácter débil, sin talento ni inteligencia, que había fracasado en todo lo que había emprendido y que tenía la última oportunidad de recuperar el favor del rey y rehabilitar su imagen.
Don Fadrique “enmascaraba su incompetencia en la táctica psicológica de la guerra mediante una política de miedo y terror” y los primeros en comprobarlo serán los habitantes de la villa de Naarden, que acabaron rindiéndose ante el poderío militar español y fueron aniquilados de forma inmisericorde. El objetivo de don Fadrique se sitúo entonces sobre la villa de Haarlem, donde se encuentra la protagonista, Kenau Hasselaer, viuda y dueña de un próspero astillero.
Kenau solo quiere sacar adelante a sus dos hijas, de diferentes padres, y llevar una vida tranquilar que “nadie tenía derecho a arrebatárselas porque así lo hubiera decidido un rey al que ni siquiera conocían, y que además vivía a miles de millas de allí”. Pero lo preparativos para oponerse a los españoles le parecen una locura y no quiere verse involucrada, solo “seguir adelante y trabajar para ganar su sustento”.
Pero todo cambiará cuando su hija pequeña, convertida al protestantismo, sea condenada y ejecutada por hereje en Ámsterdam, provocando un cambio radical en su vida, renegando de su fe católica y movilizando al resto de mujeres para defender Haarlem, enfrentándose al menosprecio de sus propios compatriotas por su condición de su mujer.
El relato resulta emotivo, con un ritmo muy ágil y un personaje que nos cautiva con su tenacidad, con sus conflictos morales y espirituales, la tensión amorosa que nacerá con el gobernador de la villa y un intenso final que culmina una novela muy recomendable para todo aquel que quiera conocer el pasado de nuestro país, por muy oscuro y cruel que pueda resultar en algunos de sus episodios.
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