En su primera novela, la autora se adentra en un terreno pantanoso y problemático, realizando una crítica al sistema judicial británico, que tiene fijada la edad de responsabilidad penal a partir de los 10 años. Ballantyne no elude temas espinosos y se sumerge en ellos con todas las consecuencias, situándose en una zona de grises en la que es complicado definirse y que muestra la complejidad de los problemas planteados.
Daniel Hunter es un joven abogado que ejerce en Londres y que ha dedicado varios años a defender causas perdidas, con una amplia experiencia como defensor de menores acusados de disparar contra sus compañeros de pandilla o a adolescentes que habían robado droga. Pero nada es comparable al caso que se le presenta, la defensa de Sebastián Croll, un niño de once años acusado de asesinar a otro, de ocho.
Su primera reacción es rechazar el caso al no sentirse preparado porque un año antes había tenido una mala experiencia con un menor que finalmente fue condenado. Pero acabará defendiendo a Sebastián en un caso que le enfrentará a sus propios fantasmas del pasado. Daniel había dedicado su vida a perfeccionar su impasibilidad y no empatizar con los clientes, pero este caso será distinto. Desde el principio se identificará con el acusado negándose a juzgarle como hicieron con él cuando de pequeño. Cada vez se sentirá más implicado en la defensa a nivel personal y pondrá su empeño en evitar que Sebastián entre en un sistema penitenciario en el que solo le esperaban drogas y reincidencias.
Conforme se adentra en la difícil vida familiar de Sebastián, Daniel no puede evitar recordar su propia infancia en casas de acogida... y a Minnie, la mujer que lo adoptó y lo salvó con su cariño, hasta que le hizo tanto daño que Daniel la apartó de su vida. Para complicar aún más las cosas, Daniel recibe una carta de Minnie que le hará replantearse su pasado e intentar reconstruir la relación perdida con su madre adoptiva. Pero le va a resultar mucho más complicado de lo que imagina.
La historia de la infancia y juventud de Daniel se alterna con el caso de la defensa de Sebastián. La autora consigue engancharnos desde la primera página y mantenernos intrigados a lo largo de toda la novela desvelando de forma dosificada las claves para resolver las intrigas y secretos de las dos tramas planteadas.
La lectura de Culpable no nos da tregua, seguiremos con interés las relaciones entre unos personajes que están perfectamente dibujados, con unas problemáticas familiares y personales que plantean un interesante debate social. Con el corazón en un puño llegamos a la parte final, donde se desvelan los secretos, descubrimos si Sebastián es culpable o inocente, aunque nos habremos dado cuenta de que, en cierto modo, el veredicto no es lo más importante, hay otras conclusiones más profundas y trascendentales para reflexionar.
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