El primer episodio nos lleva hasta el año 1928, en Buenos Aires. Allí encontramos al compositor Armando de Troeye, acompañado de su esposa Mecha Inzunza, recién llegados a Argentina por una extraña y caprichosa apuesta, dispuesto Armando a crear un peculiar tango.
En el viaje conocerán a Max, un “bailarín mundano” de tangos que les dará una perspectiva diferente sobre este baile, y les abrirá las puertas a los turbios lugares de los bajos fondos donde se baila el tango puro, el original, el tango viejo. Entre los tres se creará una relación obsesiva, que destapará los peores vicios y las más oscuras perversiones.
A continuación, la narración nos hará viajar hasta Sorrento, en Italia, en el año 1966. En sus calles encontramos a un Max con más de sesenta años, chófer de un reconocido psiquiatra, intentando dejar atrás un negro pasado bajo una nueva identidad. En esa localidad se va celebrar un torneo de ajedrez que enfrentará al actual campeón del mundo con el aspirante, el joven genio chileno Jorge Keller. Max entrará en contacto con el círculo del aspirante, encontrándose nuevamente con Mecha, la madre de Jorge.
De forma alterna iremos conociendo detalles sobre los dos encuentros, alejados en el tiempo casi en cuatro décadas. Además de Max y Mecha, cada unos de los episodios tendrá un peculiar protagonista, el tango en Buenos Aires y el ajedrez en Sorrento, convertidos en metáfora de la compleja relación mantenida por estos dos personajes. El tango, como baile sensual, sucio en su origen y engañoso en su desarrollo, especialmente a la hora de identificar quien es el dominador y quién el dominado. El ajedrez, como juego de estrategia, un duelo de ingenio y de cerebros que no depende de las improvisaciones de genio sino que “requiere métodos científicos, explorar todas las situaciones posibles en busca de nuevas ideas… Un gran jugador conoce los miles de movimientos de partidas propias y ajenas, que trata de mejorar con nuevas aperturas o variantes, estudiando a sus predecesores como quien aprende idiomas o cálculo algebraico”.
En medio de estos dos episodios claves, encontraremos otro que se produce en Niza en el año 1937. Una historia de espionaje, conspiraciones y traiciones en la que Max y Mecha se verán involucrados y que contiene las claves para comprender lo ocurrido en el pasado y lo que vivirán en el futuro.
El tango de la guardia vieja es una novela narrada con maestría, nada sobra en su trama, cada pieza va encajando a la perfección, mientras el autor nos deleita con su estilo narrativo, nos cautiva con su descripción de ambientes y nos atrapa con los juegos de intrigas, pasiones y seducción alrededor de unos protagonistas con vidas vacía y sin sentido que nos van sorprendiendo con giros y revelaciones que mantienen el interés hasta la última página.
La novela está envuelta en un ambiente melancólico, de perdedores y fracasados, especialmente reflejado en la vida de Max, un gigoló, ladrón, canalla, pícaro, ambicioso y embaucador, que se cree por encima del bien y del mal, capaz de controlar cualquier situación. Y, finalmente, como suele ser habitual en el autor, hay también una mirada crítica hacia nuestro país, esta vez desde la distancia y en diferentes épocas, en las que cambian los gobiernos y las circunstancias, pero no el diagnóstico de una España descrita como un “lugar triste, rencoroso y con olor a sacristía, gobernado por estraperlistas y gentuza mediocre” y un “paraíso de la envidia, la barbarie y la vileza”.
El tango de la guardia vieja es un tablero de ajedrez en el que sus piezas se desplazan al seductor ritmo del tango, con movimientos imprevisibles y traicioneros, mientras cada uno de los contendientes desarrollan su particular estrategia en una partida que culminará en un acertado final.
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1 comentario:
Pérez Reverte es un autor que me gustó mucho en sus comienzos pero actualmente me parece demasiado comercial y hace tiempo que no lo leo.
Veré algunas críticas más de esta última obra a ver si me animo.
Un saludo.
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