En la primera novela, La voz de los muertos, descubrimos a este inspector con un don sobrenatural para oler la muerte e introducirse en la mente de los malvados, que al mismo tiempo aparece como una especie de maldición que marca su vida.
Solo su jefe y su compañero conoce el don de David, así que la llegada de una nueva jefa provocará una situación, en principio, complicada para el protagonista.
La investigación de una serie de robos imposibles que continúa con una serie de desgraciados accidentes de artificieros, sumergirá al protagonista en una investigación que se convertirá en su cacería más compleja; tendrá enfrente una presa escurridiza, la caza de un fantasma.
Habrá que remontarse al día 29 de febrero de 2008 para descubrir el origen de la historia. Un aviso de bomba en los Grandes Almacenes de Barcelona pone en marcha el protocolo de emergencia, con menos de una hora para poner a salvo a cerca de cinco mil personas. El lugar se convierte en un infierno, mientras el inspector y artificiero Alejandro Martín, que se encuentra fuera de servicio y paseando cerca del lugar, se ofrece para coordinar a los suyos desde el interior.
Alejandro se entregará al máximo y se sacrificará por salvar vidas, pero será víctima de una traición por la que estará a punto de perder la vida. Con graves quemaduras y amnesia retrógrada, tendrá que comenzar de nueva con un único objetivo: descubrir la identidad de aquellos que intentaron matarle y llevar a cabo su plan de venganza.
La novela repite fórmula al ser narrada por diferentes voces, el ritmo es frenético y los protagonistas nos irán mostrando sus diferentes caras mientras se van desvelando historias del pasado que han marcado los sucesos del presente. Por encima de todos, destaca David Ossa, con su personalidad melancólica, compleja y oscura, que intenta encontrar la felicidad, al mismo tiempo que atrapar al escurridizo asesino.
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