martes, 1 de noviembre de 2011

"La confesión", de John Grisham

“La confesión”, de John Grisham (ed. Plaza & Janés, 2011) es un nuevo thriller del judicial del maestro del género, que nos demuestra que el autor sigue en plena forma, ofreciéndonos una de sus mejores novelas, con una historia dura, una bofetada al lector, un alegato contra la pena de muerte y una denuncia de la hipocresía del sistema judicial americano.



El autor, además de escritor de best seller, es directivo del Innocence Project en Nueva York y Mississippi, una organización dedicada a la reforma penal y a la exoneración, a través de pruebas de ADN, de individuos inocentes condenados por asesinato. Su compromiso moral con esta causa lo vemos reflejado en esta historia, una novela que, además de leerse de forma compulsiva por la intriga judicial, nos ofrece unos personajes protagonistas muy bien perfilados a los que acompañaremos con emoción hasta el final.

El pastor protestante Keith Schroeder recibirá en su iglesia la visita de Travis Boyette, un hombre “solo, divorciado, sin hijos. Dirección, ninguna. Lugar de trabajo, ninguna. Perspectivas, ninguna”. Travis se encuentra en proceso de reinserción, después de haberse pasado media vida en la cárcel condenado por varias agresiones sexuales.

Travis entró el día anterior en la iglesia y escuchó un sermón del pastor sobre el perdón, “el poder infinito y abrumador de Dios para perdonar nuestros pecados, por muy aborrecibles que hubieran podido ser”. Él escondía un secreto, sabía que sus pecados eran atroces, inimaginables, horrendos, imperdonables, pero sentía curiosidad por saber más.

En la entrevista entre el pastor y Travis, éste comenta que tiene un tumor cerebral y le queda menos de un año de vida. Le habla sobre Donté Drumm, un joven negro que en cuatro días iba a ser ejecutado, acusado de la violación y asesinato de una joven cuyo cadáver nunca apareció, crimen currido en una pequeña ciudad de Texas nueve años antes. Travis confiesa saber qué ocurrió con el cadáver y que Drumm es inocente, pero no quiere contar nada más, afirma que “he hecho algunas cosas malas; he hecho daño a algunos inocentes, y no estoy seguro de querer llevármelo todo a la tumba”. No quiere que ejecuten a un inocente, pero tampoco quiere declarar más.

Keith, acostumbrado a escuchar los problemas de otras personas, es un observador astuto y perspicaz, y tiene el convencimiento de que Travis asesinó a la chica y escondió el cadáver. Ayudado por su esposa Dana, investigarán el caso para obligarle a confesar el asesinato y el lugar dónde está el cadáver, para salvar la vida del joven condenado. Se involucrará a nivel personal en una lucha contrarreloj en la que pondrá en riesgo su propia carrera y reputación.

Conforme va conociendo detalles del caso, crecerá su indignación contra la justicia y la policía y serán muchas las preguntas que se planteará, “¿cómo pueden condenar a alguien por un asesinato sin que haya ningún cadáver? ¿Cómo se puede dar crédito a una confesión que está clarísimo que la policía consiguió a la fuerza? ¿Por qué dejan declarar a los chivatos de la cárcel a cambio de rebajarles la condena? ¿Cómo es posible que a un acusado negro le toque un jurado formado solo por blancos? ¿Cómo puede ser tan ciego un tribunal? ¿Dónde están los tribunales de apelación?”

Al mismo tiempo, la narración nos traslada a la ciudad donde se va a producir la ejecución. El protagonista aquí, además del condenado, será Robbie Flak, el abogado encargado de la defensa. Creo que este personaje resulta todo un acierto y se convierte en el gran protagonista de la novela desde el momento en el que hace aparición. Conoceremos los detalles sobre cómo llegó a hacerse cargo del bufete de abogados que creó su padre. Descubriremos también su compleja personalidad, con sus altibajos, su vida caótica y escandalosa, sus conflictos constantes consigo mismo y con su entorno, además de sus métodos escandalosos y poco convencionales. Pero también se nos mostrará a un luchador incansable por la justicia y por la defensa de los más necesitados. Nos emocionaremos al comprobar cómo había dejado gran parte de sus energías y fuerzas luchando por demostrar la inocencia de Drumm. Nueve años después de su arresto, había gastado todo su dinero, perdido a casi todos los amigos, estaba al borde del agotamiento, pero se preparaba para la última batalla por salvar la vida de su cliente.

Conforme se acerca la ejecución crecerán las tensiones en la ciudad, con revueltas sociales, conflictos raciales, las problemáticas de los familiares, las intrigas políticas, etc.

"La confesión" es una gran novela, una historia que nos enganchará, nos emocionará, nos indignará y nos dejará sin aliento mientras participamos en una carrera agónica para salvar la vida del condenado, además de mostrarnos la sinrazón de un sistema judicial viciado, mostrándonos que “el corredor de la muerte es una pesadilla para los asesinos en serie y para los que han matado con un hacha. Para un inocente es una vida de tortura mental que el espíritu humano no está en condiciones de superar”.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Acabo de leer "Años de hierro", de Pío Moa. Es más que excelente, no solo por su visión de la España de posguerra, sino por la de la II Guerra mundial. Por cierto, el autor ha comenzado una nueva polémica con César Vidal en Libertaddigital. No se la pierdan.