"¡Atención! Cinco… ¡Y entramos! ¡Estamos dentro!"
Este es el pistoletazo de salida con el que el Luis del Val nos invita a conocer los entresijos del "circo" mediático de la televisión con su novela "Estamos dentro" (ed. Espasa, 2010).
El autor juega a la duda con el lector, ya que en la nota introductoria, a pesar de afirmar que "ésta es una historia imaginaria e imaginada", invita al lector a identificar las situaciones y personajes conocidos que aparecen ya que "el autor se desentiende de las asociaciones, suposiciones, sospechas y barruntos que pueda ocasionar la lectura de esta novela, puesto que vivimos en un país libre".
Con un tono fresco y desenfadado y un lenguaje demasiado soez, Estamos dentro narra la historia de dos protagonistas principales que unirán sus vidas gracias a la televisión. Juan Iglesias, sociólogo, es un hombre vividor y mujeriego que, gracias a la ayuda de su hermano, consigue un trabajo en una academia dando clases de oratoria, comunicación y expresión verbal. De forma casual, la academia le pone en contacto con el consejero delegado del canal 12 y consigue un trabajo como presentador de televisión. Necesitan "una cara que tenga credibilidad, que atraiga, que mantenga la atención durante las noticias" y Juan, aunque no es periodista, reune los requisitos para el puesto. Después de un período de adaptación, termina presentando el telenoticias de la noche, cautivado por el jugoso contrato que le ofrecen.
El nuevo trabajo cambiará su vida completamente y le permitirá conocer a una de las estrellas de la cadena, Katy Melvart, de la que se enamorará perdidamente. Katy presenta un programa nocturno junto con Julia París. Juegan a ser el poli bueno y el poli malo, Julia es dulce y bondadosa, mientras que Katy se muestra maliciosa y astuta. Su personaje no está alejado de la realidad, ya que es manipuladora, chantajista, vanidosa y dispuesta a todo con tal de conseguir sus objetivos. Juan irá introduciéndose cada vez en un mundo en el que reinan las falsedades, hipocresía, mentiras, frivolidad, fiestas glamourosas, celebraciones, entregas de premios, etc. Descubrirá también el poder de la información, en un mundo en el que los intereses económicos y políticos predominan sobre la verdad y en el que abundan las noticias adulteradas y la manipulación de la información.
A lo largo de la historia aparecen personajes conocidos con sus nombres reales, pero también otros, los más comprometidos, con los que el lector tendrá que realizar el ejercicio de imaginar quiénes pueden ser. Pero la novela va más allá del entretenimiento y debe hacernos reflexionar, como espectadores, acerca de la abundancia de los programas basura, responsabilidad de las empresas de televisión, por una parte, ya que "no están interesados en que la gente sea más culta, más sensible, más fina o más educada. Están interesados en ganar dinero", pero también de una audiencia hambrienta de morbo, violencia y sensacionalismo.
"Estamos dentro" es un retrato de personajes entre los que reina la inmoralidad, un mundo vacío en el que predomina el placer por el placer y la falta de compromiso y fidelidad en las relaciones. Es una invitación a escuchar al "centinela que todos llevamos dentro y que nos incita a arrepentirnos y a cambiar de decisión". Las palabras de uno de los personajes son ilustrativas de una triste realidad, al afirmar que el zapping es señal de que "vivimos apresados por la angustia de perdernos algo", pero lo que verdaderamente se pierden es la vida, "pero más vale que no se enteren, porque el día que se den cuenta y se dediquen a vivir en vez de a mirar el televisor, nos quedamos sin trabajo". ¿Te lo quieres seguir perdiendo...?
(Reseña publicada en MujerdeHoy).
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