martes, 24 de mayo de 2011

"Gabinete de curiosidades romanas"

"Gabinete de curiosidades romanas", de James C. Mckeown (ed. Crítica, 2011) es un libro que nos ofrece un tesoro de curiosidades y anécdotas que nos ayudarán a comprender de forma amena y divertida cómo era la vida cotidiana de los romanos.



El libro comienza afirmando que los romanos nos han dejado mucha información sobre sí mismos, más incluso que muchas sociedades occidentales de épocas recientes. Pero el propósito del autor no es centrarse en los grandes acontecimientos, sino ofrecernos una colección de anécdotas y episodios curiosos que nos permitirán acercarnos a la vida del ciudadano de a pie, a lo que pasaba realmente en las calles de las ciudades romanas.

Las anécdotas se presentan organizadas por temas y con reseñas muy breves en las que se cita la fuente, de forma que se facilita en gran manera una lectura que resulta de lo más ágil y amena, teniendo en cuenta que el autor ha seleccionado las anécdotas que le han parecido más “interesantes, curiosas o simplemente divertidas”.

Los apartados sobre las costumbres sociales resultan de lo más esclarecedores. En la vida familiar descubriremos el papel secundario y humillante de la mujer o unas ceremonias de boda que se podían celebrar sin la presencia de los cónyuges. Descubriremos que el noventa por ciento de la población del Imperio era pobre y vivía en el campo. A través de los análisis forenses de los esqueletos se ha podido demostrar que en todas las épocas y en todas las partes del Imperio fueron endémicas las enfermedades relacionadas con la malnutrición.

La vida en el Imperio no era idílica y, a pesar de los avances en calzadas, acueductos, letrinas, etc, la suciedad caracterizaba la vida urbana y los niveles de contaminación por plomo y cobre causa por las fundiciones era muy altos.

Encontraremos todo tipo de datos interesantes sobre la alimentación, con recetas típicas y episodios curiosos como el protagonizado por Nerón, que convirtió a los puerros en plato de moda al comerlos para fortalecer su voz para el canto.

Sobre la vida social hay más curiosidades, como las 144 letrinas públicas de Roma o la práctica del reciclaje que, por ejemplo, les llevaba a convertir lápidas funerarias en asientos de retretes.
Los romanos consiguieron grandes avances en muchas áreas, pero también encontramos supersticiones y remedios surrealistas como en la medicina, con las recomendaciones de Catón el viejo, que recetaba lavar a los niños con orina de alguna persona que llevara una dieta a base de col, para que crecieran fuertes y sanos o la recomendación de que si alguna embarazada quería tener los hijos con ojos negros, tenía que comer comadreja.

El libro abarca todas las áreas de la sociedad romana, con anécdotas sobre la educación, el ejército, las batallas; conoceremos cuál fue el conflicto bélico ininterrumpido más largo de la Antigüedad o descubriremos el secuestro de Julio César por unos piratas que se lamentarían grandemente de su osadía.

En la rama del derecho se nos ofrecerán datos que nos harán ver que los tribunales romanos no eran tan formales ni sobrios como nos parece, con definiciones de algunos abogados que resultan de gran actualidad, “guardan un silencio austero para ocultar su ignorancia de las leyes; otros cobran a sus clientes cada vez que abren la boca”. Pero también eran escrupulosos en el respeto a la ley, como Juliano “el apóstata”, el último emperador pagano, que se impuso a sí mismo una multa de diez libras de oro por excederse en su autoridad como juez.

La religión nos desvela presagios, supersticiones ridículas y ritos absurdos como el que debía llevar a cabo alguien que se arrepintiese de haber dado un golpe, si “al instante escupe en medio de la mano con la que ha golpeado, inmediatamente disminuye el dolor en la persona golpeada”.

La lectura continúa con los esclavos, los animales, los espectáculos, desmontando ideas erróneas y mostrándonos su pasión por los juegos que se inculcaba desde niños, con el ejemplo de un biberón encontrado en Pompeya, decorado con la figura de un gladiador.


El libro finaliza con una selección de las anécdotas más curiosas protagonizadas por sus reyes y emperadores más conocidos, pero me gustaría terminar la reseña con dos ejemplos que demuestran que la sociedad no ha cambiado tanto como creemos. Una tiene que ver con los nobles romanos que alquilaban los bajos de sus casas para negocios comerciales y otra tiene como protagonista a las elecciones municipales, en las que la propaganda electoral jugaba un papel determinante, como lo demuestran los más de 3.000 anuncios electorales encontrados en las paredes de Pompeya.

En resumen, “Recorriendo este fascinante gabinete de curiosidades el lector se divertirá, sin duda, pero acabará también conociendo mucho mejor la realidad de la antigua Roma”.

Reseña publicada en MujerdeHoy.

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