“La maldición de Whitechapel”, de Janire Rámila (ed. Aladena, 2010), es un libro que nos acerca a la figura de Jack el Destripador desde una perspectiva diferente, original, invitándonos a “llenarnos los pulmones del insano aire de Whitechapel y a recorrer, como nunca antes había hecho un libro sobre el Destripador, el furioso itinerario sobre sus crímenes”.
La singularidad del libro la encontramos en la descripción detallada y realista del ambiente y las costumbres de la época de la mano del inspector Frederick Abberline. Esta perspectiva sitúa al lector en la primera fila del patio de butacas en la “reconstrucción más fiel que hasta ahora pueda hacerse sobre los andares de este legendario asesino”.
El prólogo nos adelanta las peculiaridades de un libro que se señala como definitivo. Además de lo mencionado, el libro nos desvela las limitaciones de un sistema de investigación previo a la ciencia forense y nos permite acercarnos al perfil psicológico de los protagonistas para entender “cómo sentían y por qué actuaban del modo en que lo hacían en aquellos atribulados días”.
Por supuesto, también asistimos al desfile de sospechosos, con el análisis de las diferentes candidaturas para identificar al asesino. Estamos ante un libro “ágil, muy bien documentado y que se lee como un thriller. No importa que no se atrape al asesino”. Además, descubriremos cómo los asesinatos de Jack el Destripador, sacaron a la luz, de forma indirecta, la miseria y el abandono en el que vivían los habitantes de Whitechapel, algo que sacudió al “orgulloso Imperio británico”.
Prepárate para una lectura compulsiva, fascinante, que nos acerca, desde una perspectiva original, a la figura de un asesino al que los británicos consideran el personaje más siniestro de la historia de Gran Bretaña. No se atrapa al asesino, el final sigue abierto, pero sí que se nos ofrece su perfil psicológico y, posiblemente, el domicilio donde vivió. También descubriremos en qué fallaron los investigadores y de qué forma podría haberse llevado el caso según la ciencia actual.
Comenzamos en 1888, después de un otoño frío y lluvioso, sumergiéndonos en las calles del Londres victoriano para llegar hasta el panorama desolador que presenta Whitechapel, preparándonos para que el asesino haga su aparición. Después de la aparición del primer cadáver, asistiremos a una “cacería sin tregua”, que nos presenta los siguientes ingredientes, “la niebla, las callejuelas, la noche, la lluvia, los gritos en la oscuridad, la falta de pruebas, la incapacidad policial, el desasosiego ciudadano, la aparición de más cuerpos y las linternas que terminaron por verse por cada esquina del barrio”. Asistiremos a las presiones que la policía recibió por parte de la población y los medios de comunicación y comprenderemos la encrucijada en la que se encontró Scotland Yard, cuya reputación estaba en juego.
Asistiremos a un duelo entre un asesino que tenía todo a favor frente al agente más brillante del cuerpo, “un hombre astuto, conocedor de los bajos fondos y triunfador donde otros tiraron la toalla”. Prepárate para una lectura fascinante bajo la sombra de una advertencia que el mismo autor nos hace en la introducción, “si leyó algún otro relato sobre el Destripador, nunca hasta ahora habrá sentido su aliento tan cercano”…
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