“Imperator”, de Isabel San Sebastián (ed. La Esfera de los libros), es una novela histórica amena y rigurosa, en la que la autora vuelve a demostrar su oficio en este género que ya le ha llevado a vender más de 120.000 ejemplares con títulos como “La visigoda” y “Astur”.
Principios del siglo XIII, el Papa Inocencio III persigue de forma cruel e implacable las herejías que hacían peligrar el poder de Roma; gnósticos, valdenses, bogomilos y “otros seguidores de doctrinas desviadas” eran aniquilados, aunque el mayor peligro lo representaban los cátaros porque sus creencias se estaban propagando a un vertiginoso ritmo.
En este contexto histórico crece Braira De Laurac, a punto de cumplir 13 años, que vive en la ciudad de Fanjau en Occitania, territorio cátaro que el Papa Inocencio ha elegido como campo de contienda para luchas “contra la pestilencia que se expande por el país” para lo que contaba con la colaboración incondicional e interesada del rey de Francia.
Braira siempre había mostrado curiosidad por los asuntos políticos y se mostraba ambiciosa, no pensaba conformarse con un destino vulgar y, cuando escuchaba hablar de lugares como Roma o Sicilia, soñaba con visitarlos, aunque los imaginaba como “parajes lejanos, legendarios, poblados de criaturas fabulosas, totalmente fuera de su alcance”. La historia le tenía reservado un destino diferente…
Un episodio oscuro relacionado con unos legados del Papa terminará con una Cruzada contra los cátaros, provocando que los padres de Braira la envíen a Aragón, bajo la protección de su amigo Tomeu Corona, que había hecho fortuna como proveedor de la corte aragonesa en Zaragoza.
Braira comienza así una nueva vida, atormentada por la culpabilidad al haber traicionado a su familia provocando su ruina y debiendo mantener en secreto sus creencias cátaras. Su habilidad para leer las cartas del tarot la sitúan como mujer de confianza de la reina Constanza. El matrimonio de ésta con Federico, soberano de Sicilia, hará que Braira se traslade a esta ciudad y asista desde un lugar de privilegio al ascenso al poder de un personaje fascinante, el emperador Federico II.
La joven descubrirá un lugar donde “según le habían advertido, todo eran intrigas, maniobras, estrategias destinadas a ganar posiciones en el tablero de un juego despiadado. Éste era el desafío que tenía ante sí, y lo aceptaba gustosa”. También conocerá al emperador desde sus comienzos, con apenas 14 años, cuando ya mostraba una ambición sin límites y un espíritu inquieto y curioso que le había llevado a “rodearse de gentes capaces de abrirle las puertas de los misterios que impregnan nuestra existencia”. También se mostrará supersticioso, algo que provocará que Braira se convierte pieza clave en sus decisiones.
Valiente, decidida, tenaz y ambiciosa, Braira madurará, despertando de la inocencia a un mundo cruel en el que su vida estará en peligro constante, provocará el celo y la envidia de los que la rodean y donde también habrá lugar para el amor. Al mismo tiempo, vivirá angustiada por el destino de su familia, amenazada por la llegada del ambicioso y cruel Simón de Monforte, al mando del mayor ejército de su tiempo.
Las aventuras de Braira nos llevarán hasta el corazón mismo de las intrigas de los poderosos de la época haciéndonos viajar hasta la ciudad de Jerusalén en pleno corazón de las Cruzadas. Esta novela, además de un contexto histórico rigurosamente ambientado y una heroína de las que no se olvidan, nos presenta una época de barbarie e intransigencia, con una iglesia que imponía “la razón de la fuerza” sobre la “fuerza de la razón”, aunque, como se señala también, ésa no era “la forma de sacar de su error a los herejes cátaros ni era un método grato a los ojos del Señor, que había dicho a sus apóstoles "Amaos como hermanos"”. Estamos ante un momento de la historia en el que “el nombre de Dios era objeto de mercadería con un descaro nunca visto”.
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