martes, 7 de julio de 2009

"Alta infidelidad"

La fidelidad es uno de los valores en peligro en nuestra sociedad. En lugares como en Tailandia mantener la fidelidad en la pareja se convierte en un ejercicio complicado. Esta problemática la vivirán un grupo de mujeres que contratan al detective Vincent Calvino para que vigile a sus maridos, en la novela “Alta infidelidad” de Christopher G. Moore (ed. Paidós, 2009).


Ante el “tsunami” procedente de Suecia, se agradece la publicación de novelas policíacas que se desarrollen en lugares diferentes como es el caso de esta serie de novelas protagonizadas por Vincent Calvino, abogado norteamericano que trabaja como detective privado en Bangkok.

La primera de las nueve historia escritas por Moore fue “Kickboxing Nirvana”. Con la segunda, “Hora cero en Phnom Penh”, el escritor consiguió la Mención Especial del director en la Semana Negra de Gijón y la obra fue galardonada con el premio de la crítica en Alemania.

El estilo de la novela es fresco y ágil, el ambiente es exótico y muy diferente al contexto social al que nos tiene acostumbrados la novela negra. En este caso Calvino se encuentra investigando un caso de piratería de medicamentos. Cuando consigue las pruebas definitivas, Danielson, el abogado que le ha contratado aparece muerto. Calvino descubre que el abogado llevaba el caso de forma extraoficial, al margen de su bufete, por lo que no cobrará lo convenido y pierde la posibilidad de que Danielson le recomiende para un puesto de investigador privado en la Oganización Mundial de la Salud.

Calvino se dirige a los miembros del bufete de Danielson para intentar llegar a un acuerdo pero éstos se desentienden. Al detective le urge conseguir el dinero por lo que pensaba “encontrar una forma, limpia o no, de recuperar el dinero”.

Al mismo tiempo una de las chicas del salón de masajes situado debajo del despacho de Calvino se suicida. Además, de forma accidental, el detective es contratado por un grupo de mujeres que quieren vigilar a sus maridos temiendo que el ambiente de Tailandia les lleve a la infidelidad.

Tres hechos aparentemente aislados se conectarán en una trama que puede resultar mortal para sus protagonistas.

Un personaje será clave en toda la investigación. Se trata de Lovell, abogado que trabaja en el bufete de Danielson y es la última persona que le vio con vida. “En el trabajo de investigación, una de las reglas que aparecen en todos los manuales es que la última persona que vio al muerto se convertía, por defecto, en el primer sospechoso”. Lovell tiene además una peculiaridad, “tenía una memoria de las que se denominan eidéticas; es decir, esa rara habilidad para recordar números, hechos o imágenes hasta el más nimio detalle. Su cerebro organizaba, retenía y absorbía información con extrema precisión y rapidez.” No es de extrañar que se convierta en el objeto de deseo tanto de asesinos como de investigadores.

Calvino se enfrentará a un caso complicado, que necesita sangre fría y él es el hombre adecuado. Es un personaje desengañado, ha llegado a un punto de la vida en que nada le puede conmover, “nada, ni nadie en la vida puede hacerme sentir triste, deprimido o lleno de esperanzas”. Además, se desenvuelve en un país diferente, en el que las reglas del juego son muy diferentes a las americanas, con el contexto de una sociedad conmocionada políticamente.

La trama policíaca se desarrolla de forma creíble acompañada del problema de la fidelidad matrimonial. “Sé que Bangkok afecta a los matrimonios” comenta Calvino en una conversación con una de las mujeres implicadas. La solución no se encuentra en los libros de autoayuda, como uno que tendrá un protagonismo importante en la novela, sino en el compromiso por ambas partes por mantener la relación.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Veo que el post es bastante antiguo, pero no me puedo resistir a comentarlo.

Estoy leyendo Alta Infidelidad y me está pareciendo de lo peorcito que he leído nunca. El argumento tiene un pase, pero el estilo me resulta tan simple y poco elaborado que a veces me saca de quicio. Es un ejemplo perfecto de cómo arruinar una historia potencialmente interesante. Tópicos por todas partes, personajes artificiales, diálogos forzadísimos y unas reflexiones pseudofilosóficas que resultan bastante infantiles.

De la traducción mejor no hablar. Es lamentable y termina de rematar un libro que tampoco da para mucho. Hay incorrecciones gramaticales, expresiones equivocadas (como "tocarse el maquillaje" por "retocarse el maquillaje"). Es lo que le faltaba al pobre Chistopher G. Moore para terminar de arruinarle el libro.

Y a mí que me hacía ilusión iniciarme en la novela policíaca...

Llevo sólo 100 páginas y no sé si seré capaz de terminarlo, a pesar de que odio dejar los libros a medias.

Ya te contaré. Por cierto, espero que no haya mil errores en este mesaje. Lo he escrito desde el móvil y no me deja volver al principio para revisarlo.


Un saludo