viernes, 26 de abril de 2019

Jugar al aire libre

El juego es un acto individual, que puede requerir o no de compañeros para ejecutarlo, pero que en el fondo responde a intereses y necesidades íntimas de cada cual: a los sentimientos, a la ética en la que crecemos y a los recuerdos que tenemos.
 El juego es emoción

En Jugar al aire libre (Plataforma Editorial, 2019), la autora, bióloga, educadora y fundadora de la primera escuela infantil al aire libre, explica por qué jugar fuera es imprescindible en el crecimiento de los niños y qué podemos hacer para fomentarlo.

El juego en la naturaleza, en libertad, con sus elementos lúdicos de sorpresa, acción y humor, constituye una poderosa herramienta que nos enseñará a vivir la vida de otra manera.


Katia Hueso nació un tórrido 14 de julio en Madrid y, tal vez por eso, anda siempre buscando refugio en la naturaleza. Estudió Biología en Leiden (Países Bajos) y, tras dar muchas vueltas, volvió por su tierra natal para instalarse en un tranquilo pueblo de la Sierra de Guadarrama situado entre las provincias de Madrid y Segovia. Hoy es madre de tres hijas y trabaja como consultora y docente universitaria en materia de medioambiente, espacios naturales protegidos y sostenibilidad. Tras su maternidad, fundó en 2011 con dos compañeras el Grupo de Juego en la Naturaleza Saltamontes, la primera escuela infantil al aire libre en España. Es también autora de Somos naturaleza, igualmente publicado por Plataforma Editorial en 2017.

«Siempre he estado en contacto con la naturaleza, pero es en mi faceta como madre cuando he descubierto que conectar con ella de forma íntima, profunda, trascendente es la manera más enriquecedora que he podido experimentar»

Los niños de hoy son sometidos a un verdadero arresto domiciliario debido a los miedos que tienen los padres; a la apretada agenda de «inglés-violín-ballet» que hay que cumplir para que tengan más «oportunidades», y también a lo incómodo que resulta muchas veces que se ensucien. Pero ¿se puede tener una infancia completa sin trepar a los árboles, sin jugar en el barro o sin hacer cabañas secretas con ramas en medio del campo?

Que el juego es una necesidad vital para los niños es algo que nadie discute. Sin embargo, del tiempo que pasan jugando, solo unos pocos lo hacen al aire libre, sin más elementos que los que encuentran en la naturaleza. Y es precisamente este tipo de juego el que resulta más beneficioso para el desarrollo físico, intelectual y emocional. Porque jugar significa placer, riesgo y libertad, tres competencias que se aprenden mejor de pequeño.

Jugar al natural, con lo que encontramos por ahí, y la libertad que nos da el crear nuestros mundos, tanto materiales como imaginados, se convierte así en la experiencia más completa. La libertad de elegir a qué, con quién, con qué, cómo... El placer del control, la intriga del riesgo. La confianza del sabernos capaces y competentes. Todo eso es la esencia del juego al aire libre.

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