jueves, 6 de abril de 2017

Una dirección equivocada

La editorial Siruela sigue dándonos grandes alegrías con su colección Biblioteca de Clásicos policíacos, esta vez con una joya imprescindible para todos los aficionados al género, Una dirección equivocada, de Elizabeth Daly, protagonizada por el singular Henry Gamadge, detective escritor y bibliófilo experto.

Un protagonista muy peculiar, unos personajes que retratan aspectos de la sociedad de la época, una trama perfectamente hilvanada, una intriga bien dosificada y un final convincente componen una obra completa de una autora sobre la que Agatha Christie dijo: «Elizabeth Daly es mi escritora norteamericana favorita».


ELIZABETH DALY (1878-1967) nació en Nueva York. Estudió en la Universidad de Columbia y fue profesora adjunta de inglés en el Bryn Mawr de Pensilvania. Publicó un total de dieciséis novelas, todas con su famoso investigador como protagonista.

Todos los aficionados al género policíaco clásico disfrutarán con una novela que cumple con todos los cánones del género añadiendo un ingrediente más de interés. Si nos situamos en una elegante mansión inglesa, hogar de varias generaciones formadas en la Universidad de Oxford, donde de pronto alguien aparece asesinado misteriosamente, tendremos la quintaesencia de la novela policiaca clásica. Pero si resulta que los herederos estudian en Yale y la propiedad se encuentra en Nueva York, con seguridad nos hallaremos ante su distintiva variante estadounidense, creada por Elizabeth Daly en los años cuarenta.

Una dirección equivocada transcurre en Manhattan. Henry Gamadge recibe unos extraños anónimos que llegan a sus manos de forma enigmática y que parecen sugerir que algo macabro sucede en el conservador hogar de la intachable familia Fenway. El método elegido para hacerle llegar los mensajes le siembran dudas e interrogantes, ¿se trata de una broma?, ¿es obra de un perturbado?, ¿de alguien que quiere hacer daño a la familia? o ¿es el que grito de auxilio de algún Fenway? Convencido de que alguien requiere su ayuda pero no puede hacerlo público se propone visitar a la familia y descubrir quién es su cliente anónimo y qué quiere de él.

La familia Fenway resulta de lo más peculiar. En la casa viven: el señor Blake Fenway, el sustentador de toda la familia; su hija, la mordaz Caroline; Mott Fenway, primo de Blake, un anciano mantenido; la viuda de Cort Fenway, impedida en una silla de ruedas; su hijo mentalmente discapacitado; su cuidador, medio enfermo con constantes fiebre;  la dama de compañía de la señora Fenway y su sobrina, sin un techo propio para vivir.

Gamadge tendrá que sumergir en los entresijos de una familia que, bajo la fachada, se mostrará llena de secretos, sospechas y recelos. En principio todo parece un misterio insignificante, al que se une la desaparición de un dibujo que ha sido arrancado de un libro, pero Gamadge se propone resolverlo llevado por su curiosidad ya que no es un detective al uso, no le mueven razones nobles e idealistas, sino que afirma sin rubor que "es el reto de resolver el rompecabezas lo que me resulta atractivo".

Pero una muerte provocará que el misterio se convierta en relevante y el protagonista tendrá que averiguar si se trata de un accidente o un asesinato y qué relación tiene con el mensaje que recibió. Acompañarlo durante la investigación se convertirá en todo un disfrute para el lector que saboreará cada página de una novela que se presenta como uno de esos platos de calidad cuya degustación resulta un placer exquisito.

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