PERO NO VAN A DEJAR QUE LOS CRIMINALES
SE SALGAN CON LA SUYA
Tres abuelas y un joyero de ida y vuelta, de Minna Lindgren (ed. Suma de Letras, 2015) es el segundo volumen de la trilogía de Helsinki iniciada con Tres abuelas y un cocinero muerto –que se convirtió en un auténtico best seller en Finlandia y en otros países europeos-.
Minna Lindgren es periodista y columnista freelance, conocida en Finlandia por su personal estilo de escritura y su irreverente enfoque de temas tan variados como la ópera o la muerte. Además de novelas, ha escrito libros de no ficción sobre cultura y música clásica. En 2009 recibió el Premio Bonnier de Periodismo.
En esta novela volvemos a encontrarnos con unos personajes entrañables protagonistas de una trama donde el humor, el drama y la denuncia social se mezclan de forma muy acertada por una autora que se maneja con soltura y habilidad por unos terrenos complicados y arriesgados.
Siiri, Irma y Anna-Liisa creen haber recuperado la tranquilidad de su rutina diaria en el Centro Residencial Geriátrico El Bosque del Crepúsculo de Helsinki, donde viven. Pero una reforma integral de la fontanería convierte la vida en el centro en un auténtico infierno. Todo son molestias, ruidos, roturas, cambios radicales en los hábitos, en resumen, una pesadilla a la que se añade otro elemento inquietante. La directora del centro les recomienda que pongan sus objetos de valor a buen recaudo para evitar disgustos con los trabajadores, algo que se convertirá en realidad cuando desaparezca el joyero de Anna-Liisa de forma misteriosa.
Desesperada por la situación que están sufriendo Siiri decide tomar las riendas de la situación y emprenden una aventura trasladándose a un piso compartido junto a Irma, Anna-Liisa y su marido el embajador, además de Margit, quién sufre la situación terminal de su marido y está obsesionada con un único tema, la muerte.
Comienza así toda una serie de situaciones rocambolescas, provocadas por las dificultades que conlleva la convivencia entre unas personas ya nonagenarias, con sus manías, rutinas, horarios, excentricidades, y también los achaques, limitaciones de salud, lagunas mentales y la delicada situación de una de ellas. A estos ya de por sí jugosos episodios habrá que añadir el misterio que rodea la desaparición del joyero, las sospechas sobre qué puede estar encubriendo las obras de la residencia y las situaciones curiosas que experimentarán con los trabajadores del servicio de atención domiciliaria que cuidará a Anna-Liisa.
La novela se mueve entre la comedia y el drama, tiene momentos divertidos con otros duros y emocionantes, que la autora relata y mezcla con una naturalidad que en ningún momento resulta violenta ni fuera de lugar. Sin darnos cuenta vamos asistiendo a toda una serie de reflexiones sobre la vida y la muerte, la eutanasia, la vejez, la amistad, la soledad, la familia, la atención a los ancianos o el amor, en un cóctel de emociones y valores que da lugar a múltiples perspectivas y debates entre los mismos personajes de la novela.
Tres abuelas y un joyero de ida y vuelta es otra acertada llamada de atención a una sociedad que arrincona a sus mayores, olvidando sus obligaciones morales, todos lo que se les debe y el tesoro de sabiduría y experiencia que están desperdiciando.
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