Puerto escondido (ed. Destino, 2015) es la primera novela negra de la escritora gallega María Oruña, una trama compleja, que nos engancha en cada página y que nos muestra que este género goza de una salud excelente en nuestro país, con autores, como es el caso, que nos deleitan con propuestas de calidad y con argumentos que nos deparan gratas sorpresas en su desarrollo, sobresaliendo del tono anodino que podemos encontrar en muchos de los autores nórdicos que se limitan a copiar a escritores referentes.
La novela tiene dos planos narrativos que se van alternando y que la autora maneja con acierto, presentando poco a poco las piezas sueltas de un complejo rompecabezas que el lector puede ir encajando conforme avanza la narración, aunque tendrá que estar atento a las señales y no confiarse porque la trama puede depararle giros inesperados, de los que te hacen replantearte todo lo leído hasta entonces.
En primer lugar acompañamos a Oliver Gordon, un joven londinense de padre inglés y madre española, que hereda Villa Marina, una casona colonial a pie de playa en el pueblecito costero de Suances, en Cantabria. Oliver, con el alma agujereada, arrastra fantasmas y heridas sin cerrar que iremos descubriendo a lo largo de la trama, y decide venirse a España para comenzar una nueva etapa. Ha decidido convertir la casona en un pequeño hotel, y lo ha calculado todo al milímetro, menos la aparición, durante las obras de remodelación, del cadáver de un bebé momificado, emparedado en el sótano de la mansión junto con un misterioso objeto difícil de encajar en el lugar y tiempo.
Sin saberlo, desde el momento que decidió reformar la casona, Oliver “había abierto la puerta al precipicio del miedo, de la muerte y del vértigo”. Y es que el macabro descubrimiento desatará una oleada de sucesos extraños y enigmáticas muertes, comenzando una ciclogénesis que iba arrastrar ”todos los silencios, las verdades a medias y los paréntesis huecos de su propia historia, para, por fin, poder agarrar sin miedo y sin recelos su tiempo y su propia vida”.
Oliver inicia una investigación que le sumergirá en los misterios y secretos de su pasado familiar, y que le enfrentará a unos demonios que había intentado evitar hasta entonces. Una investigación en la que colaborará estrechamente con el equipo de la Sección de Investigación de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial (UOPJ) de la Guardia Civil, en la Comandancia de Cantabria. Al mando del equipo está la teniente Valentina Redondo y su mano derecha, el sargento Riveiro. Personajes que irán tomando un fuerte protagonismo, junto a Clara Múgica, la médico forense especializada en antropología.
La novela no tiene fisuras en la trama policíaca. La autora teje con maestría una compleja madeja en la que nada es casual, todo tiene un sentido y es tratado con exquisito gusto. Tanto la ambientación, los detalles del proceso policial, la riqueza de unos personajes complejos, el suspense, los misterios del pasado y los giros en la trama que nos depararán una lectura de las que dejan huella.
Pero hay un elemento añadido que aporta un ingrediente extra y clave en la narración. La autor alterna la narración de la investigación policial con el relato de un diario que un personaje anónimo comienza justo en el momento en el que se descubre el cadáver del bebé. Decidido a dejar constancia de lo ocurrido, el anónimo y misterioso autor comienza un relato que nos remonta al comienzo de la Guerra Civil y que seguirá los pasos de Jana, una niña de 8 años de humilde familia que verá como toda su existencia se ve trastocada con el inicio de la guerra y a la que acompañaremos en una trágica y dura historia, un viaje al infierno, una pesadilla que nos mostrara el despertar de una bestia y de la maldad anidando en lo más profundo de la naturaleza humana.
Y estos son las bases argumentales de una novela de las que se leen de un tirón, con un ritmo muy ágil y capítulos cortos cuyos finales nos dejan con ganas de continuar la lectura. Una trama en la que sus protagonistas tendrán que ir descubriendo los “cables invisibles que entrelazan la historia”, que se mezclan entre un pasado y un presente que se dan la mano, y donde el mal permanece agazapado, durante años, décadas, enterrado en un misterioso y trágico pasado.
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