La autora es conocida por Inevitable desastre, todo un éxito en la novela romántica, y ahora sorprende dando un giro radical y adentrándose en un género diferente, aunque el amor también jugará un papel fundamental en la novela aportando un ingrediente diferente a lo que es tradicional en el género apocalíptico.
La historia es narrada desde la perspectiva de sus tres protagonistas principales, aunque podríamos hablar de una novela coral. Estamos ante personajes cotidianos, comunes, que llevan vidas normales, luchando contra problemas que podríamos calificar de domésticos, hasta que se ven enfrentados a una situación límite, a un caos apocalíptico que provocará que todo se desmorone a su alrededor.
Scarlet, divorciada y limpiadora de un hospital, deja a sus dos hijas pequeñas en clase, antes de comenzar su jornada laboral. Nada hace presagiar que ese día será el comienzo de una pandemia, que parece tener su origen en los experimentos clandestinos de un doctor alemán, y que la separará de forma trágica de sus hijas.
La huida desesperada de Scarlet se alternará con el relato de Nathan, que tratará de proteger a su hija pequeña y el de Miranda, que junto a su hermana y a sus novios, o lo que sean, también buscará refugio en un lugar donde todos los protagonistas han puesto su mirada: el rancho de Red Hill del doctor Hayes, un lugar apartado del mundanal ruido y que parece el sitio ideal para poder sobrevivir.
Los caminos de los diferentes protagonistas se cruzarán, mientras vamos descubriendo la relación entre ellos y cómo una situación límite provoca que salgan a la superficie lo mejor y lo peor de la naturaleza humana. Una novela en la que, además de un marco apocalíptico y una situación extrema, encontramos también una historia humana y de sentimientos.
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