El protagonista de la novela es Pablo Rouviot, un reconocido psicoanalista, apasionado de su trabajo, un intelectual brillante y un terapeuta agudo que “siempre tenía la respuesta justa para cada pregunta y el control sobre todas sus emociones”. Pero Pablo pierde el control con las mujeres, especialmente con Alejandra, a la que no veía desde hacía un año y cuya turbulenta relación le había hundido en la angustia y la soledad más insoportables.
Su situación cambiará radicalmente con la aparición de Paula, una joven cuyo padre, un importante empresario, apareció muerto en un descampado. El principal sospechoso del asesinato es su hermano Javier, que sufre un trastorno de personalidad de complicado diagnóstico y Paula le pide a Pablo que actúe como perito en el juicio para que eximan a su hermano de responsabilidad penal.
Pablo no tiene experiencia en la psicología forense pero poco a poco se verá atrapado por una compleja investigación, en la que nada es lo que parece, y en la que se sumergirá completamente al sospechar que “tras la apariencia sencilla del caso se esconde algo más”. Se obsesiona por descubrir la verdad y evitar una injusticia, aunque para ello tendrá que enfrentarse a una barrera de secretismo tanto en la familia del asesinado, como en los personajes poderosos relacionados con sus oscuros negocios.
El protagonista se convierte así en el investigador de la trama policial, algo que tampoco es extraño porque “tanto un terapeuta como un detective deben saber escuchar, estar atentos a los detalles, deducir de los silencios y las miradas y especialmente, querer llegar al fondo de las cosas”. Su experiencia profesional será clave para poner en orden una serie de piezas sueltas que irán encajando para dibujar un siniestro cuadro que esconde una terrible historia.
Al comienzo de la investigación Pablo recibe un serio aviso de un comisario encargado del caso, “la muerte tiene aristas que usted ni siquiera ha sospechado en sus peores pesadillas. ¿Está seguro de querer adentrarse en ese mundo? Porque le aseguro que una vez que uno lo hace, ya no puede volver atrás y olvidar lo que ha visto. Y la vida, se lo juro, jamás vuelve a ser como era antes”, y comprobará que el policía se ha quedado muy corto en su advertencia.
Los padecientes es una novela bien escrita, de lectura fácil en su estilo, pero dura, muy dura, en su trama policial.
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