Una trampa para cuervos, de la escritora británica Ann Cleeves, es la primera novela que publica editorial Maeva de la serie de novelas policíacas protagonizadas por la peculiar inspectora Vera Stanhope, una historia que se desarrolla en un paraje aislado, con tres mujeres de oscuros pasados, una detective atípica y una trama con constantes giros que se desarrolla desde la perspectiva de las cuatro mujeres.
Ann Cleeves tiene una historia curiosa, empezó a escribir cuando ella y su marido, de profesión guardabosques, se instalaron en una región en la que había poco más que hacer que observar a los pájaros. Fruto del lugar que la rodeaba nació esta serie con la que ha ganado varios premios, se ha adaptado a la televisión y se ha publicado en más de veinte países. En el año 2012 pasó a formar parte del paseo de la fama de los Specsavers Crime Thriller Awards junto a nombre como Agatha Christie y Arthur Conan Doyle. Actualmente lleva escritos alrededor de veinticinco libros y ha vendido un millón de ejemplares de sus libros en todo el mundo.
La originalidad de esta primera novela la encontramos tanto en la personalidad de la detective encargada del caso como en las cuatro perspectivas que adopta la narración, recurso que añade aún más intriga y otorga peso específico a los cuatro personajes femeninos, no solo a la investigadora. Y para completar el cuadro, un paisaje a la altura de la trama y descrito con precisión, los Peninos del Norte, una formación montañosa situada entre el norte de Inglaterra y el sur de Escocia, una zona conocida por sus paisajes extraordinariamente bellos.
En la primera parte de la novela conoceremos a las tres mujeres sobre las que descansará la trama criminal. Rachel Lambert, joven bióloga que llega a los Peninos del Norte al mando de un equipo encargado de estudiar el terreno y realizar un informe sobre un proyecto de cantera en un parque nacional. Es la primera vez que dirige un proyecto y siente la presión de tener que lidiar con dos colaboradoras que no se lo van a poner fácil: Anne, botánica local, y Grace, zoóloga a la que no conoce.
Pero las complicaciones para Rachel llegarán de forma inesperada cuando vaya a ver a su amiga Bella, propietaria de la granja vecina donde se alojan. Encontrará su cadáver en lo que se cataloga como un suicidio, un trágico episodio que obsesionará a Rachel y la llevará a sumergirse en el pasado de su amiga para descubrir las razones de su enigmática y drástica decisión. Pero tardará poco en encontrar piezas sueltas que no encajan y que la harán sospechar que pudo ser asesinada.
Las pesquisas de Rachel se alternan con un proyecto en el que chocarán las diferentes personalidades de sus dos ayudantes. Por una parte Anne, insolente, habladora e imprudente. Por otra, Grace, introvertida y débil. Pero las dificultades llegarán también a través de otros personajes, de los que iremos conociendo sus perfiles, secretos y relaciones entre ellos, y que irán completando el círculo de sospechosos… y de víctimas.
Con estas bases la novela ya tiene suficientes argumentos para ofrecernos una entretenida lectura, pero la autora tiene preparada una sorpresa más y es la irrupción en la trama de la inspectora Vera Stanhope, encargada de un caso en el que está implicada a nivel personal. Vera es una mujer con problemas de sobrepeso, sin ningún interés en su apariencia, obsesionada por su trabajo, que usa métodos poco ortodoxos, solitaria, con flema británica, tenaz, intuitiva y astuta. Junto al joven sargento Joe Asworth, se enfrentará a un complejo caso en el que luchará con sus propios fantasmas y sacará a la luz su verdadera personalidad debajo de una fachada dura y fría. En resumen, una novela que no defraudará a los aficionados al género, y que nos deja esperando con expectación la publicación de los siguientes títulos.
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