La autora nos ofrece una obra narrada con un estilo cargado de emoción, que incluye cartas y notas originales que añaden aún más realismo a una trama ya de por sí apasionante y que se convierte en un reconocimiento al carácter heroico de su protagonista y a la labor de su hija Sabina de Alvear y Ward, gracias a cuyo esfuerzo y dedicación podemos tener un relato detallado de la vida de su padre y de la sociedad en la que se desenvolvió. De esta forma, la novela se convierte también en un retrato de una España convulsa y agitada, de la que podemos aprender importantes lecciones para aplicar en la actualidad.
La novela, al igual que la vida de don Diego, se divide en dos partes que tienen como punto de división el trágico hundimiento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, el 5 de octubre de 1804, un episodio que marcó la vida del protagonista y que dejó doscientas sesenta y tres víctimas que la autora homenajea denunciando la profanación que supuso el expolio del Odyssey.
La primera parte retrocede al año 1774 en el que encontramos al joven teniente don Diego llegando a Montevideo procedente de España, con apenas 25 años, una prometedora carrera militar, una sólida formación académica y profesional junto a los mejores marinos, astrónomos y matemáticos de la época, apasionado por la astronomía, con un carácter firme y valeroso y muchas ganas de descubrir el nuevo mundo.
En estas páginas acompañaremos al protagonista en su llegada a Montevideo, las primeras impresiones alejadas del paraíso soñado y la adaptación hasta llegar a compartir la responsabilidad en la histórica misión de trazar las líneas divisorias que marcarían los dominios correspondientes a cada potencia. Don Diego se encontrará al frente de una expedición con ingenieros, pilotos, oficiales, dibujantes e indígenas dispuestos a navegar por ríos intransitables y abrir caminos entre espesos bosques y selvas.
Sabiendo que estaban haciendo historia, se armaron de valor para enfrentarse a todo tipo de peligros encarnados en tribus salvajes, enfermedades, las inclemencias meteorológicas, los insectos, las serpientes y las bestias, y un terreno hostil. Al mismo tiempo que desarrollaba la compleja empresa, don Diego mantuvo su costumbre de tomar nota de todo lo que le acontecía, escribiendo un cuaderno de “Observaciones físicas y de Historia Natural sobre los tres reinos, animal, vegetal y mineral”, que contribuyó al avance de la ciencia.
En este período de su vida también descubriremos los lados oscuros en la vida del protagonista, cómo realizó un pacto de deshonor que marcaría su vida y que intentaría borrar a pesar de que comprobaría que hay “experiencias empeñadas en quedarse a vivir para siempre en el corazón, decididas a no ser desalojadas nunca”. Pero por encima de todo destacará la historia de un amor sin márgenes ni límites, que se enfrentará a todo tipo de obstáculos y tragedias,.
Este capítulo de su vida culminará con el regreso a España, esperando la recompensa a 30 años de esfuerzos y sacrificios, pero encontrándose con un trágico episodio que truncará su vida y que se describe de forma emotiva e impactante en la novela. Comenzará así una nueva etapa en la que don Diego luchará por salir adelante, demostrando que el hombre es capaz de levantarse sin importar el número de caídas, enfrentándose a la pérdida, a la guerra, a la invasión francesa, al fanatismo del pueblo o a los excesos de un gobernante borracho de injusticia y poder. El amor se abrirá paso nuevamente a pesar de la adversidad como un rayo de esperanza en medio de la tormenta.
En una época crucial de nuestra historia destaca la figura de un personaje fascinante, con grandes luces y también sombras que le acompañaron toda su vida. Un héroe y un luchador que comprobó en sus carnes que el principal enemigo de este país se encuentra en su interior. Una lección válida también para el presente. Tomemos nota.
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