El autor consigue dibujar a los personajes con tal realismo que nos encontraremos dentro de su piel, sintiendo su angustia y horror ante las atrocidades de las que serán testigos y las vejaciones que sufrirán. Pero no estamos ante un morbo y una violencia gratuitos, esta novela es una obra necesaria, valiente, una llamada de atención sobre lo que está sucediendo delante de nuestras narices, una verdad incómoda ante la que no podemos permanecer impasibles.
En primer lugar hay que señalar que la elección de este género no es algo casual. El autor es uno de los periodistas pioneros en trabajar con el formato de cámara oculta, método restringido en el año 2009 por el Tribunal Constitucional. En ese momento, el periodista se había sumergido en una investigación que le había llevado a infiltrarse durante tres años en varios países americanos y europeos, introduciéndose en los rincones más secretos del narcotráfico, la corrupción política, la prostitución y las bandas de moteros.
Privado del arma de la cámara oculta, imprescindible para dar credibilidad a una investigación con revelaciones increíbles, aceptó el reto de valerse de la narrativa para plasmar el resultado de su investigación con total libertad y permitirse el lujo de construir el final merecido para todos los corruptos. Por las páginas de Operación Princesa desfilarán todo tipo de personajes pertenecientes a todas los estractos sociales: sicarios, prostitutas, proxenetas, políticos, policías, moteros, traficantes, empresarios, funcionarios, etc, que protagonizan una trama con todos los ingredientes de un apasionante thriller: tráfico de drogas, crimen organizado, blanqueo de dinero, xenofobia, inmigración, tráfico de influencias, paraísos fiscales, sobornos, extorsiones, chantajes, proxenitismo, terrorismo, corrupción política, etc. Un relato fascinante si no fuera porque es un retrato de la realidad del mundo, de una sociedad enferma en todos sus estamentos, un mundo en el que “el dinero no entiende de ideologías políticas”.
Entre estos personajes destacan los tres protagonistas, dibujados con precisión por el autor. Tres pilares sobre los que se sustenta la novela y que nos mantendrán con el corazón en vilo a lo largo de toda la lectura. En primer lugar Alexandra Cardona, Alex, una estudiante de química colombiana que verá cómo su vida dará un giro radical cuando, de forma accidental, se cruce en el camino de un cártel del narco. Para salvar su vida no le quedará otra salida que viajar a España para un turbio trabajo, dejando atrás todo lo que quería, pero también “los sicarios, la amenaza, la muerte y el miedo”. Lo que no puede imaginar es que en Europa le espera un infierno de vejaciones y humillaciones en el que tendrá que usar todo su ingenio y fortaleza mental para sobrevivir e intentar escapar.
Por otra parte tenemos a Luca, joven guardia civil de la Unidad Central Operativa, una mujer brillante, culta, inteligente e idealista, con la vocación por la investigación en los genes. Luca se verá al frente de la investigación de un asesinato que la acercará al mundo de la prostitución y le abrirá los ojos a una preocupante realidad, las investigaciones policiales en este terreno seguían un camino equivocado. Con la complicidad de su jefe, emprende una cruzada para estudiar el sistema, analizar los errores y encontrar un método más eficaz para luchar contra este tipo de crimen organizado y detener a los verdaderos reponsables. Pero conforme vaya avanzando en su investigación se sentirá abrumada por las ramificaciones políticas, económicas y empresariales del negocio del sexo.
Y, finalmente, tenemos a Ángel, un motero libre, independiente y solitario cuyo trabajo de fotógrafo para revistas de viajes es una tapadera de su verdadera ocupación, el tráfico de armas. Pero Ángel quiere ascender en el mundo del delito y moverse en la élite del crimen organizado, deseos que se verán cumplidos en un viaje a México que le situará en el centro de una trama salvaje y cruel, en la que descubriremos la dimensión social del narcotráfico mexicano “que convertía en héroes, casi en mitos, a sanguinarios y despiadados asesinos, capaces de las atrocidades más inimaginables por mantener sus imperios sustentados en la droga”.
Alex, Luca y Ángel se verán acompañados por todo tipo de siniestros personajes que nos desvelan un mundo de corrupción, vicio, violencia y vejaciones, un relato crudo, bestial, en el que el autor no ahorra detalles escabrosos, que nos dejará sin aliento por la crueldad a la que puede llegar el ser humano.
La lectura resulta tenebrosa, espeluznante, pero necesaria. Descubriremos con asombro las astronómicas cifras que mueve el sexo en España, cómo las mujeres son tratadas como simple mercancía, y asistiremos con indignación a las revelaciones sobre la relación entre delincuentes, políticos, empresarios y policías. Pero el autor señala también con acierto la responsabilidad de la sociedad en general, con un silencio cómplice que contribuye a que este sistema inmoral y corrupto siga su curso.
Y después de asistir a 700 páginas de horror, violencia, humillaciones y corrupción, el autor se las arregla para aportar un rayo de esperanza, e incluso hacernos sonreír con un original final, el broche de oro para una novela colosal, que nos hace viajar hasta lo más profundo de las cloacas de la sociedad y de la naturaleza humana.
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