David Gurney se encuentra en un momento de confusión sobre su propio lugar en la vida. Confusión que comenzó dos años antes, cuando se retiró del Departamento de Policía de Nueva York y se mudó con su mujer Madeleine al campo. David había sido el detective más brillante y condecorado de su departamento, protagonista de las más importantes investigaciones sobre asesinos en serie. En sus dos años de retiro se había visto obligado a participar en tres grandes casos y había estado en cada uno de ellos a las puertas de la muerte.
Y es que David siente fascinación por resolver crímenes, y se mueve entre la duda sobre si motivación verdadera es la búsqueda de la verdad y la justicia o una obsesión por los enigmas, un pasamiento intelectual. David cuenta con la ayuda de su mujer, que será su voz crítica y su conciencia.
Esta novela comienza cuatro meses después de la resolución de su anterior caso del Buen Pastor, de terribles consecuencias. Uno de los damnificados de fue su amigo Jack Hardwick, obligado a abandonar el Departamento de Investigación Criminal de la policía estatal. David sabía que estaba en deuda con su amigo, ya que esté se saltó las normas oficiales por él y eso le había costado su carrera.
Hardwick, sintiéndose víctima del sistema, ha emprendido una venganza particular para la que solicitará la colaboración de David como pago por la deuda pendiente. Hardwick se propone demostrar la ineptitud de sus antiguos empleadores presentando pruebas que sirvan para revisar algunas condenas muy sonadas.
Espera que su primer cliente sea Kay Spalter, acusada de asesinar a su marido Carl, al que engañaba con otro hombre. Carl era un rico empresario que había anunciado su candidatura a gobernador con un ambicioso e idealista programa para terminar con el crimen organizado. Durante el entierro de su madre fue tiroteado y todas las pruebas apuntaron a la culpabilidad de su esposa Kay. Pero Hardwick tiene otra teoría, cree que Kay fue víctima del maquiavélico plan de un policía corrupto sin escrúpulos y solicita la colaboración de David para reconstruir el caso desde el principio y demostrar la inocencia de Key.
Gurney es un maestro nato en desentrañar enigmas y se sentirá fascinado desde el principio por un caso que cada vez se presentará más complicado, en el que aparecerán múltiples flecos sueltos y donde nada es lo que parece. John Verdon vuelve a tejer una compleja trama, donde la tensión no decae en ningún momento, al contrario, va creciendo hasta culminar en un gran final. Un título que supone un paso más en el peregrinaje interior de un personaje que nos cautivó en su primera aparición y que, con algún altibajo, ha continuado haciéndolo en sus diferentes investigaciones.
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