La historia es narrada en primera persona por Loanne Harvey, redactora de la sección cultural de un periódico gratuito, que recibe una revelación inquietante de su amigo Donovan, jefe de prensa de la ONU. Un hombre negro ha aparecido ahorcado en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York con una nota apocalíptica clavada en su pecho y una frase enigmática: “Dios está aquí y es uno de nosotros”.
Donovan se lo cuenta a Loanne por la confianza que mantienen, pero le pide que no se lo revele a nadie, porque el FBI quiere mantener la noticia en secreto para no convulsionar aún más a un país sumido en una grave crisis económica. Las autoridades creen que ha sido un suicidio, pero hay muchos interrogantes sin respuesta y él está convencido de que, detrás de esta muerte, se esconde una conspiración que amenaza a las Naciones Unidas y a toda la humanidad. Cree que la fecha elegida no es casual, dos años después de la elección de Barack Obama como presidente y el mismo día en el que se da un batacazo monumental en las elecciones legislativas.
Loanne no se toma en serio a su amigo, sabiendo que está obsesionado con las sociedades secretas y las conspiraciones universales, pero la actitud temerosa de Donovan, una serie de extrañas coincidencias y una entrevista que realizará a un enigmático profesor de filosofía, provocarán que se sumerja en la investigación y se implique a nivel personal. Además, tendrá que replantearse su vida tanto a nivel profesional como personal, mientras sus pesquisas se vuelven cada vez más peligrosas.
Sociedades secretas, crímenes, trampas, códigos, conspiraciones; la novela contiene todos los ingredientes de un thriller conspirativo, que se lee con gran interés en su trama de intriga. En esta parte encontraremos constantes giros y un juego de engaños en el que la protagonista se verá atrapada. Por otra parte, sobran las reflexiones sobre Dios con aroma New Age que son demasiado extensas y resultan enredadas en muchas de las conclusiones. Comparto las afirmaciones sobre las barbaridades que se han cometido en nombre de Dios (por cierto, también se podrían mencionar las que se han llevado a cabo bajo la bandera del ateísmo), pero no creo que la solución sea desecharlo, sino buscar la verdad en medio de manipulaciones y engaños religiosos. Pero, en su conjunto, estamos ante una novela entretenida en la que nada es lo que parece y que mantiene el interés hasta el final.
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