“Aventuras y desventuras del Chico Centella” (RBA, 2011) es un libro en el que el escritor Bill Bryson narra sus aventuras infantiles en la década de los cincuenta desde una perspectiva inocente y divertida por un aparte, y cínica e irónica por otra, para ofrecernos un cuadro crítica de la sociedad americana.
En el prefacio, el autor afirma que el contenido del libro es biográfico, por lo menos en parte, “todo lo que aquí se cuenta es cierto y sucedió en realidad, más o menos, pero casi todos los nombres y algunos detalles han sido cambiados con la intención de evitar avergonzar a nadie”.
Nacido en el año 1951, en una década de prosperidad en el país americano, Bill nos presenta a su familia, en la que destaca su despistada y entrañable madre y su padre, redactor deportivo para el Des Moines Register, uno de los mejores diarios de la época.
Con una mirada inocente, Bill nos hará observar todos los aspectos de la sociedad americana, para sorprendernos con los descubrimientos que irá realizando mientras abre los ojos al mundo. El cine, la televisión, sus primeras lecturas, su ciudad, sus amigos, un viaje a Disneylandia, el colegio, sus primeras enseñanza sobre cómo se hacen los niños, etc. Enfundado en una sudadera que encontró en el sótano, que adopta como capa de superhéroe, “el Chico Centella” se enfrenta a la vida con sus "superpoderes y visión de Rayos X". Pero no es un libro de hechos extraordinarios, “este libro no habla de gran cosa: habla de ser pequeño e ir creciendo poco a poco”, pero cada episodio narrado se convierte en una gran aventura, aunque sea el simple hecho de atarse una zapatillas.
El mundo de “Chiquilandia” es diferente al de los adultos, el tiempo pasa más lento, es una etapa de libertad, de aprendizaje, en una época diferente a la actual, en la que la calle era de los niños y estos eran “indestructibles”, “no necesitábamos cinturones de seguridad, ni airbags, ni detectores de humos, ni agua embotellada, ni la maniobra de Heimlich. No hacían falta envases a pruebas de niños para los medicamentos. No nos hacían falta cascos para montar en bici, ni rodilleras o coderas para patinar. Sabíamos, sin que hiciese falta un recordatorio por escrito, que la lejía no era un refresco, y que si acercabas una cerilla a un bote de gasolina lo normal era que ardiese”.
Los recuerdos de su infancia le sirven también a Bill para hacer un repaso de la evolución de la sociedad americana, señalando los principales acontecimientos de la época con una mirada satírica y muy crítica. Así, cuando se señala todo lo relativo a la “caza de brujas”, el autor comenta “y con tan solemne historia regresamos a Chiquilandia, cuyos habitantes quizá sean pequeños y a menudo de una estupidez insondable, pero por lo menos se comportan de forma realmente civilizada”.
Pues nada, que disfrutes de la lectura y ¡bienvenido a Chiquilandia!
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2 comentarios:
Antes que nada me ha hecho muchísima gracia leer eso de "Chiquilandia", por un momento he dicho... "mi blog ^0^!!" xD
Tiene que ser agradable acompañar a Bill en su crecimiento; ahora me empecé a leer Nieve en primavera, de Moying Li, un libro autobiográfico en el que la autora narra cómo vivió y fue creciendo en su país natal, en plena Revolución Cultural. Aunque aún llevo pocas páginas pinta muy bien ^^
¡Un saludo!
Bueno, Harle, ya nos contarás qué te parece finalmente el libro.
Un saludo
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