“Aguas de heladas” (ed. Maeva bolsillo, 2010) forma parte de la serie de novelas policíacas de la escritora alemana Gisa Klönne, protagonizadas por la inspectora Judith Krieger. Además de una trama policial de gran interés, la autora se adentra en temas éticos y problemáticas sociales de actualidad.
La novela comienza con la protagonista en una complicada situación. Seis meses antes, Judith Krieger, inspectora jefe de la Brigada de Homicidios y su compañero el inspector Manfred Korzilius, Manni, llevaron a cabo a una operación en la que se saltaron el reglamento y que concluyó con la muerte de un compañero.
Manfred sufrió un traslado disciplinario a la Brigada de Desaparecidos, esperando que sea provisional y volver a Homicidios. Por su parte, Judith se cogió unas vacaciones voluntarias, atormentada y hundida por lo sucedido. Una semana antes de reincorporarse recibe una llamada de un antiguo compañero de instituto pidiendo ayuda para encontrar a su amiga Charlotte, otra antigua compañera de Judith, que ha desaparecido misteriosamente.
Judith se involucra en una investigación que despertará nuevamente su olfato de detective y que la enfrentará a episodios de su pasado que habían quedado olvidados. Llevaba más de 20 años sin ver a Charlotte, una chica que fue acosada por sus compañeros en el instituto y que quiso ser amiga de Judith, pero ésta la rechazó. Con remordimientos, tendrá que reconstruir la vida de Charlotte y viajar hasta Canadá, donde se perdió su pista. Buscarla en un país tan grande, será como buscar una aguja en un pajar.
Al mismo tiempo, Manni tendrá que investigar la desaparición de Jonny, un adolescente de 14 años cuyos padres murieron y que fue acogido por sus tíos. Su padre de acogida se convierte en el principal sospechoso, tanto para la policía como para su mujer, que observará un comportamiento extraño en su marido.
Los dos relatos se alternarán también con dos historia emotivas, protagonizadas por unos personajes que resultarán claves en la resolución del caso. Por una parte Elisabeth Vogt, una anciana de 82 años que vive en soledad con su pastor alemán, Barrabás, y que observa horrorizada cómo éste mata a un teckel de forma salvaje. Para salvar a su querido perro de ser sacrificado, oculta el hecho y entierrar al teckel, comprobando con estupor que el pequeño perro fue mutilado antes de morir. Éste episodio le planteará a la anciana un serio problema ético. Por otra, encontramos a Tim, el mejor amigo de Jonny, un joven con una historia estremecedora que sufre el acoso y las humillaciones de sus compañeros.
Las diferentes historias irán encajando mientras las investigaciones avanzan hasta un final acertado que culmina una novela muy entretenida. Además, la historia trata temas sociales duros y de gran actualidad, como el acoso escolar, la soledad de los ancianos y las conflictivas relaciones familiares. Los personajes que desfilan por la novela nos emocionarán con sus historias y provocarán que miremos más allá de la trama policial.
Esta reflexión de la protagonista creo que refleja a la perfección las problemáticas que enfrentan los personajes de la novela: “Vamos en busca de la felicidad, nos sometemos al deseo de alcanzarla como a un Dios insaciable. Nos negamos a aceptar que en la vida también hay fracasos. Cotidianidad. Desgracias. Padres y parejas que nos traicionan o abandonan. Nos negamos a aceptar que, a pesar de ello, no nos queda más remedio que seguir respirando, ya sean buenos o malos tiempos que se avecinan”.
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