sábado, 31 de julio de 2010

"La ciudad del Azahar"

“La ciudad del Azahar”, de César Vidal (ed. Martínez Roca, 2010), es una gran novela que nos hace viajar hasta el siglo X, recorriendo ciudades como Bagdag, Sevilla y Córdoba de la mano de Qamar, una joven inteligente y luchadora que se enfrentará a todo tipo de adversidades y peligros en una búsqueda desesperada del amor verdadero.


Qamar, nacida en Samarra, lo ha tenido todo en contra desde el momento en el que nació. Al gran “defecto” de haber nacido mujer, se suman otros tan “graves” como su cabello rubio, sus ojos claros y ser zurda. Poco después de nacer, su madre murió y al ser de padre desconocido, quedó bajo el cuidado y protección de Sarah, comadrona en su nacimiento. Desde pequeña, Qamar mostrará una habilidad especial con la música y recibirá clases de Musa, un maestro que le hará abrir los ojos a un mundo completamente desconocido para ella. Por una parte, descubrirá que la música es “una de las labores más elevadas que pueden concebirse en este mundo” y por otra, le entregará un libro que tiene como protagonista a Isa ben Mariem, Jesús hijo de María, que provocará que sus convicciones religiosas empiecen a tambalearse al quedar fascinada con la persona y las enseñanzas de Jesús.

Musa le hará conocer revelaciones sorprendentes sobre su madre y las circunstancias que acompañaron su alumbramiento. Impulsada por su maestro, Qamar viajará a una tierra que considera mítica y fascinante, Al-Andalus, para cumplir un deseo que su madre no pudo ver cumplido antes de morir, recuperar un instrumento legendario, el laúd de cinco cuerdas, cuyo sonido “puede asemejarse al murmullo del agua y al gorjeo de los pájaros, al zureo de las palomas y al rebumbar de la tierra”.

Qamar seguirá fielmente los consejos de Musa, quién le anima a no conformarse con lo que ya existe y a buscar, interrogar, preguntar y desear siempre lo mejor. Con todo en contra, educada en una cultura cruel, injusta y machista, emprenderá un viaje iniciático hacia un lugar en el que no todo será tan idílico como pueda parecer. Su maestra la advierte sobre la situación que encontrará: “Sé que allí conocerás a reyes y príncipes, a magnates y nobles. Verás una y otra vez que aquellos que son tan petulantes y estúpidos como la zarza ansían dominar a los hombres e incluso creen que pueden hacerlo”. Estas palabras se convierten en el resumen perfecto de las aventuras que le esperan a la protagonista en una tierra “excepcionalmente bella, pero también completamente desgarrada”.

Desde el momento en el que ponga sus pies en Al-Andalus, Qamar vivirá todo tipo de aventuras, sirviendo en la Corte de Alfonso III, al señor de Sevilla y, finalmente, bajo el señorío del emir de Córdoba. Seguirá otro sabio consejo de su maestro, “procura tener amigos en cualquiera de los mil y un bandos en que se habrá desgarrado el país”.

Con coraje, inteligencia y determinación, Qamar logrará sobrevivir en medio de luchas, guerras, conspiraciones y todo tipo de intrigas palaciegas. Además de su inteligencia, conseguirá ganarse el favor de los más poderosos gracias a su capacidad innata para influir en las emociones y sentimientos de las personas a través de su música y su voz.

Las aventuras de Qamar nos permitirán conocer la situación convulsa que vivía Al-Andalus en una época en la que el islam dominaba de forma frágil y los cristianos, aunque divididos, tenían “la esperanza de unirse y expulsar a los musulmanes”. Nos permitirá también sumergirnos en el ambiente embriagador de ciudades como Córdoba, con su colorido y olores, además de descubrir el proyecto de su emir de construir Medina Zahara, la Ciudad del Azahar.

Por la novela desfilarán todo tipo de personajes, algunos ficticios y la mayoría reales, algo que el autor aclarará en una nota final. Los más poderosos nos harán descubrir los efectos del orgullo, la soberbia y la insensatez en el corazón del hombre. Pero también asistiremos a la valentía y el sacrificio de personajes como el de una concubina del emir que se convierte en una versión actualizada de la reina Ester.

Aunque Qamar sufrirá humillaciones y vejaciones, sentirá que durante todo su viaje el Creador cuida de ella evitando que sea asesinada, algo que hará que se sienta maravillada ya que “aunque apenas represento una gota en el océano, el Creador se apiadó de mí y me guardó”. El libro que la regaló Musa será su referencia y permitirá que descuba en la persona de Jesucristo a un Dios “tierno, misericordioso y lleno de amor y cercanía”, muy diferente al que había le habían enseñado en su religión de nacimiento.

Pero, por encima de todo, la novela es un canto al amor. La protagonista se sentirá frustrada durante su viaje ya que parecía que “en aquel mundo en que vivíamos no pudiera existir un lugar para que el amor no fuera sofocado por la brutalidad, la soberbia, la manipulación, la codicia o la ambición”. Pero no cejará en su empeño de buscar el amor verdadero, personificado en un personaje concreto, que se irá desvelando a lo largo de la narración. Acompañándola en su peregrinaje, asistiremos a todo tipo de decepciones y contratiempos, con la esperanza de que termine triunfando el poder del amor.

Me gustaría terminar con la nota final del autor, en la que comenta que, para algunos, los valores que aparecen en la novela pueden parecer trasnochados e incluso ridículos, pero afirma que en aquella época fueron esenciales para los hombres y mujer que vivieron entonces; pero que también son válidos para la actualidad ya que:

“Mientras solo una persona busque la verdad sobre todas las cosas, ame la belleza incondicionalmente, dedique apasionadas poesías a su amada aun sin esperanza de obtener recompensa, guíe sus acciones en virtud de una ética no dispuesta a dejarse corromper o implore la presencia de Dios, habrá que cuestionarse si en lugar de valores caducos no nos hallamos ante realidades marcadas indeleblemente por el sello de lo eterno.”

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1 comentario:

Rubén Torres de Mesa dijo...

Gran novela histórica. Como aclara el autor en la nota final, por la trama desfilan muchos personajes reales. Toda esta información la extrae meticulosamente de las fuentes históricas de aquel tiempo. Así como el ambiente costumbrista de la época, descripciones relativas a la gastronomía, la cría del caballo, los baños, las viviendas o la condición de la mujer. Todo un paisaje del que se documenta Vidal para hacerlo desfilar ante nuestros ojos. Una delicia.

Son hermosísimos los párrafos con los que se inicia cada capítulo. Encabezamientos que, además de preciosos, contienen jugosas enseñanzas. A veces estos pasajes están sacados de las Sagradas Escrituras, y para mi gusto merece especial atención el del subcapítulo 4 del capítulo X. Se nos cuenta la historia de un pasajero que viajaba en un barco; habiendo pagado su correspondiente pasaje, llevaba con él un trozo de pan como avituallamiento; este lo administraba pacientemente para que le durase todo lo posible, mientras veía cómo la tripulación disfrutaba de las comidas que se servían en el barco; al final del trayecto, cuando consume su trozo de pan duro, le pregunta al capitán cuánto había de pagar para disfrutar de una de estas comidas; el capitán, sorprendido, le avisa que ese servicio entraba en el precio del pasaje: una parábola para los que viven distanciados de Dios, sin saber que está al alcance de todos, y de todo lo bueno que se pierden prescindiendo de Él.