El libro, al igual que toda la serie de Holmes que está publicando la editorial, está prologado por Alberto Laiseca, un provocador escritor argentino especializado en el género de terror. Como señala en el prólogo, estamos ante un libro ameno y entretenido porque “Conan Doyle jamás se repetía. Este libro de cuentos, amenísimo, plantea casos por completo diversos”. El prologuista reconoce que al acercase a la figura de Holmes, desconfiaba de su método deductivo pensando que podría ser demasiado exagerado, “pero los razonamientos y las explicaciones del detective son tan lógicos que por fin me convenció”. Se une así a los millones de lectores que seguimos cautivados por la genialidad del detective.
Los relatos vuelven a ser presentados por Watson, en este caso hace una recopilación de 12 casos comprendidos entre los años 1882 y 1890, desde que se conocieron hasta que Watson se casa y se distancia algo de Holmes al volver a ejercer la medicina. A pesar del leve distanciamiento, los dos amigos vuelven a colaborar juntos en casos apasionantes que, aunque no tienen la trascendencia de las novelas, siguen manteniendo el suspense y el misterio ya que, como bien dice el mismo Holmes, “Las cosas más extrañas e insólitas no suelen presentarse relacionadas con los crímenes importantes, sino con delitos pequeños e incluso con casos en los que podría dudarse de que se haya cometido algún delito”.
En los doce casos relatados por Watson tenemos topo tipo de delitos, crímenes, robos, fraudes, etc, asistimos también a extrañas desapariciones y a sucesos que escapan al ámbito de la ley. Por primera vez Holmes tendrá que sucumbir en uno de los casos, esta vez ante una mujer que dejará un huella profunda en su ser, aunque no llegará a enamorarse ya que “todas las emociones y en especial esa resultaban abominables para su inteligencia fría y precisa”. Diferentes personas acudirán a Holmes en situaciones desesperadas, agarrándose al detective como su última oportunidad ya que se había convertido en algo así como “el último tribunal de apelación”. Algunos de los casos parecerán algo insignificantes en principio, pero se convertirán en investigaciones serias en las que Holmes tendrá que usar todas sus capacidades deductivas. Nuevamente, conseguirá adentrarse “en las múltiples maldades del corazón humano” y dará muestras de generosidad, como se demostrará al tratar a uno de los culpables de forma indulgente, “supongo que estoy indultando a un delincuente, pero también es posible que esté salvando un alma”.
La fascinación de Watson por las capacidades de su amigo seguirán en aumento, “siempre le he tenido por la máquina de observar y razonar más perfecta que ha conocido el mundo”, por eso acompañarle en sus investigaciones se convierte en un placer “no existía para mí mayor placer que seguir a Holmes en todas sus investigaciones”. Cuando nos sumergimos en las páginas del libro, no podemos hacer otra cosa que identificarnos con las palabras de Watson…
¡Disfrutemos con el placer de seguir a Holmes!
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