martes, 6 de abril de 2010

"La luz crepuscular"

Joaquín Leguina ha novelado sus memorias en el libro “La luz crepuscular” (ed.Alfaguara, 2010), una obra polémica en la que el autor no elude la crítica, con nombres y apellidos, especialmente en la última etapa del gobierno de España.

El autor aclara en una nota previa, que el libro corresponde al género literario de la novela, pero la novela contiene un notable componente autobiográfico en lo referente a su vida profesional y “pública”, que desaparecen complemente en lo que se refiere a la vida sentimental y familiar del protagonista.

Año 2006, Ángel Egusquiza recibe la noticia del fallecimiento de su madre, de 88 años de edad. Ángel, con 65 años, se siente sólo y viejo y la muerte de su madre le ha sumido en un mar de recuerdos, algunos buenos y alegres, otros malos y dolorosos. Además, siente el remordimiento de no haber sabido corresponder al cariño de su madre con un amor equivalente.

El entierro le hace regresar a Villanueva de Villaescusa, municipio cántabro donde nació y se crió. A partir de aquí comienzan los recuerdos, mirando hacia atrás en busca de un sentido a su vida, haciéndolo además, “con decencia, mirar y mirarme sin engaño, aunque soy consciente de que la memoria es mentirosa y selectiva, pero no tiene por qué ser complaciente ni justificadora”.

Ángel nació en el año 1941. Su niñez se terminó bruscamente con 7 años, por la muerte de su padre. Su madre, a pesar de la viudez, se las ingenió para salir adelante y sus hijos no pasaron necesidad gracias a su iniciativa empresarial. Su infancia y adolescencia son recordadas especialmente en los veranos pasados en Villanueva, con las primeras aventuras y descubrimientos.

En 1958 comienza la universidad. Por obligación, acepta una beca para estudiar Ciencias Económicas en Bilbao. Es allí donde comienza a cultivar sus inquietudes intelectuales y se inicia también en el activismo antifranquista. Se encerraba en la biblioteca, leyendo a Teilhar de Chardin, Schopenhauer, Ortega, Unamuno y, sin ser consciente, “se encaminaba hacia posicionamientos ideológicos y políticos que, en buena medida, habría de marcar mi vida”. Allí vivirá también su primer desengaño amoroso, anticipando su “incapacidad para embarcarse en cualquier relación larga y profunda con una mujer, su temor a un compromiso estable”.

El relato de sus vivencias personales se sitúa en el contexto de importantes acontecimientos de la dictadura y de la historia del mundo, como la muerte de Juan XXIII, el asesinato de Kennedy, la muerte del Che, la caída del muro, etc. Ángel vivió en primera persona acontecimientos cruciales como el mayo del 68 y el golpe de estado contra Allende en Chile.

La parte más interesante del libro la encontramos en el relato de la transición, acompañando a Felipe González en los pactos de la Moncloa, aunque fue un actor secundario en aquellos años. Su salto definitivo en la política llegó en 1979, al ser elegido concejal con Tierno Galván en el ayuntamiento Madrid, trampolín para ser presidente de la Comunidad desde 1983 a 1995.
El libro se adentra en unos años apasionantes de la política española, en los que el autor no escatima elogios y, principalmente, críticas a los principales actores políticos, sin distinguir colores y siendo especialmente crítico con el gobierno de Zapatero, calificando esta época como un cóctel preparado con “un toque progre, cuarto y mitad de feminismo radical y otro tanto de retórica ecologista. Añádanse unas rodajas de buenismo, un vaso de anticlericalismo. Finalmente, unas esencias de memoria histórica para darle el aroma adecuado. Mézclese todo con cuchara larga, pero no debe agitarse, no vaya a ser que explote”.

En definitiva, un libro que mezcla nostalgia con una dura crítica política que ya está dando mucho que hablar.

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