Estas palabras pronunciadas por el pastor evangélico Juan José Cortés, después de que su hija Mari Luz fuera encontrada muerta, conmovieron a toda la sociedad y confirmaron la altura moral y espiritual de un hombre cuyo testimonio queda reflejado en el libro “Ciudadano Cortés”, de Luz Sánchez –Mellado (ed. Plaza & Janés, 2009), que presenta hoy en Jérez de la Frontera.
El 13 de enero de 2008 desapareció Mari Luz de 5 años de edad; su cuerpo apareció sin vida 53 días después, víctima de un depredador sexual en libertad por un error judicial. La actitud de su padre, Juan José, nos sorprendió a todos, demostrando un dominio propio poco habitual, y más teniendo en cuenta que estamos ante un gitano puro, en cuya cultura rige la ley del “ojo por ojo”. Pero él “no increpa, no culpa, no clama venganza. Pide calma, amparo, medios. Derechos”. El libro huye de los detalles morbosos y se centra en la persona, en su transfondo social y espiritual para ayudarnos a comprender su reacción tan equilibrada en medio de una tragedia en la que falló el sistema judicial, ya que “una increíble, sonrojante cadena de peripecias, demoras y errores judiciales abonó la tragedia”.
El libro describe el transfondo social, familiar y espiritual de Juan José. Es un hombre culto, se enamoró de la educación desde el primer día, “me ha gustado siempre estudiar, conocer, comprender las cosas, no ignorarlas.”, aunque su vida se asienta sobre tres cimientos, la fe, la familia y el deporte, y reconoce que “con cimientos sólidos se puede crear una buena base para vivir y enfrentar la adversidad.”
El deporte ha jugado un papel fundamental en su vida “Ese ambiente del vestuario y del campo. Ese saber convivir, compartir alegrías y sufrimientos, y esa parte luchadora de no dar nunca nada por perdido, de que siempre hay esperanza hasta que no acabe el partido me ha ayudado siempre a ser fuerte ante la adversidad. También ahora”. Su sueño profesional se truncó por un desgraciado accidente, otro episodio duro que marcó su carácter luchador.
Aunque el deporte ha sido fundamental en su vida, hay otro aspecto fundamental para él: “El deporte me forjó, es cierto. Pero la iglesia fue un pilar fundamental en mi formación como persona”. Un día asistió a la iglesia cristiana evangélica de Filadelfia y su vida cambió. Su conversión y nombramiento como pastor marcaron desde entonces su vida personal y familiar. Es su fe en Jesucristo la que le ha mantenido entero durante la tragedia, “la fe es un arma poderosa y me ayudará a levantarme”.
El libro también nos acerca a la figura de su mujer, Irene, quién siempre ha estado a su lado “siempre remando en la misma dirección”.
Juan José ha emprendido una cruzada para que se haga justicia con su hija y evitar que una tragedia así vuelva a repetirse. Ha recogido más de 2.000.000 de firmas a favor de la cadena perpetua. Hay quién le ha criticado por su papel mediático y la asistencia a programas televisivos, acusándole de enriquecerse por la tragedia de su hija, pero él se defiende “Jamás he pedido dinero. No hay nada que me pueda hacer feliz. El dinero nunca lo hizo, nunca lo he buscado”.
Este libro nos ayuda a entender las motivaciones de Juan José al emprender esta campaña, aclarando puntos que pueden considerarse contradictorios. El relato es conmovedor, impresionante, es imposible permanecer impasible ante la entereza de este hombre.
Creo que el mejor resumen del libro lo tenemos en las palabras del pastor Luis Molina: “Juan José Cortés es un ejemplo para todos. Para los gitanos, para los cristianos, y para toda la sociedad”.
Puedes leer mi artículo publicado en jeitoledo.com "Ciudadano Cortés... Ciudadano Kaká... Ciudadanos del cielo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario