El punto de partida es magistral, en un pueblo sueco aparecen asesinadas diecinueve personas. El descubrimiento de los cadáveres y las primeras investigaciones nos muestran al mejor Mankell, en la línea de la serie de Wallander. La protagonista en esta ocasión es la jueza Birgitta Roslin quién, de forma casual, se verá envuelta en una investigación paralela sobre lo que ocurrió en ese pueblo.
La narración retrocede después al año 1860, en un estremecedor relato sobre la historia de miles de chinos que fueron secuestrados y llevados como esclavos a Estados Unidos para la construcción del ferrocarril.
La tercera parte del libro enlaza los dos acontecimientos y lleva a la jueza hasta China para ver en primera persona los cambios que está atravesando ese país y descubrir quién puede esconderse detrás de los horribles asesinatos.
Después de un planteamiento y desarrollo inicial emocionante, la resolución del caso es un poco decepcionante, tal y como sucede en el thriller de “El cerebro de Kennedy”. Seguramente la razón sea que estamos acostumbrados a los libros de Wallander, en los que los casos son resueltos de forma convincente, culminando una trama policial excelente.
Los libros de Mankell tienen un aspecto de denuncia y compromiso social, aunque en este caso hay exceso de discurso político que ralentiza en ocasiones el desarrollo de la acción. A pesar de esto, el estilo inconfundible del autor y los aspectos brillantes de la narración hacen del libro una obra interesante y recomendable, que saciará la sed de sus seguidores a la espera de otro libro protagonizado por el inspector Wallander.
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