lunes, 9 de octubre de 2023

El muro de Adriano

Os presento en esta entrada una de las últimas novedades de la sección de Ilustrados de Desperta Ferro,  El muro de Adriano de Adrian Goldsworthy. 


Adrian Goldsworthy nació en 1969, y estudió Historia Antigua y Moderna en el St John's College de la Universidad de Oxford, donde en 1994 obtuvo el doctorado historia antigua, con una tesis acerca del Ejército romano como fuerza de combate entre 100 a. C. y 200 d. C., publicada en español en 2005 como El ejército romano (Akal). Como para tantos otros, su fascinación por la historia nace de ver peplums en la televisión y de los libros de Astérix, que adora. Fue investigador junior en la Universidad de Cardiff durante dos años y posteriormente enseñó a tiempo parcial en el King's College de Londres y fue profesor adjunto en el programa de Londres de la Universidad de Notre Dame durante seis años. También impartió clases en otras universidades. Ha impartido clases sobre diversos temas, como historia griega y (sobre todo) romana, pero también un curso sobre historia militar de la Segunda Guerra Mundial en Notre Dame.

No hay mayor símbolo de separación que un muro y no hay, quizá, muro más conocido que el muro de Adriano. El muro de Adriano se construyó en el siglo II para separar a los «bárbaros» caledonios y pictos de la «civilizada» provincia romana de Britania y, aunque desde entonces son incontables los días y noches que ha visto, las lluvias que ha soportado y los hombres que lo han hollado, sus restos permanecen, orgullosos, como el monumento romano más grande y uno de los más famosos. Con una historia de diecinueve siglos y una extensión de ciento dieciocho kilómetros que atraviesan el norte de la isla de Gran Bretaña –entre el golfo de Solway y el estuario del río Tyne–, el muro llegó a incluir quince fortalezas, una cada docena de kilómetros, para albergar las guarniciones permanentes que separaban a Roma de la barbarie. 

Su función no sería tanto detener a unos eventuales atacantes, algo imposible ante su extensión, sino ralentizar o incluso disuadirlos de tales intenciones, pues, mientras estuviera bien protegido, sería difícil atravesarlo. Apoyándose en las numerosas contribuciones a cargo de arqueólogos y especialistas durante las últimas décadas, el afamado historiador Adrian Goldsworthy, uno de los mayores expertos mundiales en la Roma antigua, ofrece una importante aportación al estudio de la frontera en la periferia del Imperio romano. Cuenta, además, con un espectacular aparato gráfico que conjuga ilustraciones de maestros como Peter Connolly o Graham Sumner con evocadoras fotografías, que nos trasladan a un mundo de frontera, donde los legionarios patrullaban entre nieblas y nieves. Cuando los romanos abandonaron Britania entre 410 y 450, esta estructura quedaría como la larga cicatriz de lo que fue una última avanzadilla imperial, el último confín de Roma.

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