Sumidero, de Alberto de la Rocha (ed. Algaida, 2015) es una novela negra que gira en torno al crimen de una joven y que navega por los rincones complejos y contradictorios del mundo adolescente.
Alberto de la Rocha (Madrid, 1979) pasó por varias carreras universitarias de la rama de ciencias, aunque las abandonó antes de finalizarlas. Desde entonces, se ha dedicado a escribir. En 2004 recibió una beca de residencia de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, ubicada en Córdoba.
Ha ganado numerosos certámenes literarios, tanto de cuento como de novela corta. Ha publicado las novelas cortas El cuarto inclinado (Algaida, 2006), que obtuvo el XXV Premio Felipe Trigo, y El celado (2014), VII Premio Encina de Plata.
Con Sumidero se estrena en el género de la novela larga con una original historia policíaca que es a la vez un retrato áspero y sensible de la adolescencia.
La novela tiene como eje central un trágico episodio. Una adolescente desaparece el último sábado de agosto en un pueblo de la Sierra de Madrid, situado junto a la orilla de un embalse. Esa misma noche se desata una fuerte tormenta que anegará toda la zona. Después de una multitudinaria búsqueda, el cuerpo de la muchacha es encontrado flotando en las aguas. La autopsia revelará que lo que parecía un mero accidente, un ahogamiento fortuito, es en realidad una muerte violenta. Pero la tormenta hizo subir el nivel del embalse y borró todas las posibles pruebas.
La tragedia conmociona a los habitantes del pueblo y crea un revuelo mediático y una presión sobre la Policía Judicial cuya investigación se sitúa en un callejón sin salida. Un mes después, policía y medios de comunicación parecen haber perdido el interés en el crimen, los culpables siguen sueltos y la población sigue con miedo.
Es entonces cuando en el pequeño pueblo se instala un discreto y misterioso hombre, Primo, un personaje misterioso que se pasea por el pueblo de forma discreta y que asegura que pasará una temporada en el pueblo para escribir un libro sobre botánica. Pero rápidamente surgen las preguntas, ¿tendrá algo que ver con la investigación? ¿Será el último cartucho de la policía antes de darse por vencida?
Con un estilo cuidado, un tono pausado y melancólico, la trama se va desarrollando sin grandes sobresaltos, reconstruyendo las relaciones familiares, de amistad y sentimentales de la chica asesinada para averiguar qué ocurrió realmente aquél día y quién es el culpable. Una trama policía que sirve también para dibujar una adolescencia que se presenta como “un estado de pura contradicción. La adolescencia es desear una cosa y la contraria; la vanidad de ser observada y la vergüenza de que te estén observando; el deseo de dar un beso y, justo después, el de no haberlo visto. Es desear ver y a la vez no haber visto”.
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