Daisy Becker es la protagonista y narradora, una actriz de segunda con una vida caótica. Siempre borracha, empastillada, acumulando deudas, vividora, sin ningún tipo de compromiso, robando a sus amigas y con solo una persona a su lado, Jannis, su mejor amigo desde el colegio, el único que la apoya, la entendía y creía en ella, pero con el que nunca había querido tener una relación sentimental para no estropear su amistad.
En pocas páginas conoceremos los detalles de la patética vida de la protagonista y de su patética muerte, y veremos cómo se cumple su afirmación inicial, que da comienzo a la novela de forma original y sugerente: “El día de nuestra muerte no tuvo ninguna gracia. Y ello no se debió únicamente a la muerte en sí. Para ser exactos: ésta tan sólo ocupó el puesto número seis de los peores momentos del día”.
En esta primera parte conoceremos cómo fueron esos momentos previos a su muerte que fueron aún peor que el trágico suceso que acabó con su vida. Y es que, de forma inesperada, le llega la posibilidad de participar en una escena de la nueva película de James Bond que se está rodando en Berlín.
Lo que parece una oportunidad para comenzar su vida se convierte en una serie de estrambóticos episodios que terminarán en la muerte de Daisy en un accidente de tráfico junto a Marc Barton, el actor protagonista de la película, considerado el más ambicioso de Hollywood al que ese año la revista People había nombrado el hombre más sexy del mundo y que estaba casado con la actriz Nicole Kelly, elegida a su vez como la mujer más sexy del año por Esquire.
Daisy muere sin haber querido nunca de verdad, habiendo huido de todo tipo de compromiso, con una filosofía de vida según la cual “la mayoría de los problemas debían solucionarse a ser posible, solos”, llena de remordimientos, escéptica con todo lo espiritual y cumpliendo una cruel sentencia: “nunca sabrás lo que es el amor”.
Pero la muerte le depara una desagradable sorpresa. Durante su vida ha acumulado demasiado mal karma por lo que se ha reencarnado en hormiga. Lo mismo le ha paspado a Barton, su inesperado compañero de fallecimiento. Cuando asiste a su propio entierro, convertida ya en hormiga, observa con pavor que su amigo Jannis ha empezado a tontear con Kelly. A partir de ese momento Daisy y Barton se proponen acumular buen karma para ascender peldaños en la escalera de reencarnación y evitar que Jannis y Kelly se acaben liando.
Pero la empresa se presenta complicada. Primero tienen que aceptar su nueva vida, adaptarse a ella, sobrevivir, aprender las reglas de la reencarnación y acumular buen karma, algo complicado para una persona como Daisy que “en su larga vida como persona no había hecho nada que pudiera recordar con orgullo”. Los primeros obstáculos serán evitar una guerra de soldados-hormiga que puede frustrar sus planes y conseguir entenderse para colaborar dejando a un lado los reproches mutuos sobre quién tiene la culpa del accidente sufrido.
Comienza así otro hilarante ejercicio de humor con constantes situaciones divertidas, comentarios ácidos y episodios surrealistas. Por el camino iremos descubriendo en qué se reencarnan los dictadores, los problemas de Casanova para llegar a ser algo más que un gato por su debilidad con las mujeres o, en este caso, las gatas, o la amenaza de un Einstein reencarnado en lucio que tiene a Daisy y Barton, reencarnados en peces, como menú del día.
Además de la serie de hilarantes episodios, iremos descubriendo el progreso emocional de unos personajes que tendrán la oportunidad de enmendar sus errores y aprender a vivir y a amar. Una lección para aprender de las decisiones equivocadas y aprovechar las oportunidades en la vida antes de que sea demasiado tarde.
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