Cuando los muñecos de la tele tenían un señor dentro

¡Hola, Pepsi Cola!

Efectivi Wonder 

¿Pero que Pretenders? 

Nasty de Plasty 

¿De qué vas, Bitter Kas? 

¡La cagaste, Burt Lancaster!

¿Te suenan estas frases? ¿Las has dicho alguna vez? ¿Sí? Entonces… ¡viviste la década de los ochenta! ¡Bienvenido al club! Pertenezco a la generación EGB, sí, lo digo con orgullo y confieso que me apasionan todos los libros que nos hacen mirar hacia esa época. Por eso no pude resistirme a este que os presento en esta entrada, Cuando los muñecos de la tele tenían un señor dentro, de Roberto Leal (ed. Temas de Hoy, 2014), un recorrido divertido y nostálgico por los 80.

El autor se presenta como periodista, runner y chirigotero. Presentador de España Directo, ha sido galardonado con el Premio de Antena de Plata. Roberto Leal defiende en este libro que “los 80 sí que molaban”, algo que intentará rebatir con ingenio Dani Rovira en el prólogo.

Aunque el libro es muy recomendable para todos los que han vivido durante esa década, niños y mayores, también lo disfrutarán las generaciones siguientes, al realizar el autor una comparativa entre esa época y la actual. Con humor y de forma muy amena, el autor nos mostrará cómo hemos pasado del “mi barba tiene tres pelos” al “mi barba tiene tres días” o del “footing” al “running”.

El libro nos invita a retroceder a “aquellos maravillosos años” en los que no teníamos móvil, ni internet, no existía el wasap, ni las redes sociales, ¿cómo conseguíamos comunicarnos? ¿De qué hablábamos? ¿Cómo ocupábamos el tiempo? Una época en la que las vecinas eran las redes sociales y las madres el google.

Y es que, aunque Dani Rovira diga lo contrario, no hay color, los 80 molaban más. No necesitábamos wasap, nos llamábamos a voces; los cumpleaños eran un banquete casero en nada comparables a las miserables hamburguesas; íbamos a la calle sin miedo a las caídas, a destrozarnos la espalda jugando a Churro, a rasgarnos las rodillas, a sufrir heridas que luego eran milagrosamente curadas con agua oxigenada, mercromina y tiritas.

Es necesario recuperar frases míticas como las que nos decían nuestros padres: “Deja que llore. Al final, como yo vaya, va a llorar pero de verdad”. Y funcionaba, vaya si funcionaba. Sin que ninguno hayamos quedado traumatizados.

El autor describe con realismo y acierto cómo podíamos pasar horas jugando al ordenador con dos rayas verticales y un punto, y lo compara con la fiebre tecnológica actual, deteniéndose también en analizarla y dando consejos como “los diez mandamientos del tuitero”. Y estad muy atentos a una serie de dibujos que, de forma visionaria, anticipó la revolución tecnológica de la actual generación.

Y todavía hay más, qué música escuchábamos, los bollos que comíamos, que hacíamos en el cole, cómo pasábamos las vacaciones, qué vestíamos,  o las series y películas que nos marcaron. En resumen, un libro cuya lectura será toda una delicia, no importa la edad.

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