Con un ritmo frenético y una trama que mezcla realidad y ficción, el autor realiza un acertado homenaje a la figura de un personaje fascinante, cuyo pasado reconstruye en esta novela situándolo al mismo tiempo en una aventura de ficción que se desarrolla en la actualidad y que nos mantiene en vilo hasta el final.
Tres son los aspectos en los que me quiero detener en esta reseña: el autor, el protagonista y el argumento de la novela.
El autor.
El escritor y doctor en periodismo Fernando Rueda es una autoridad en materia de espionaje, considerado el máximo especialista español. Desde el inicio de su carrera periodística, ha centrado sus investigaciones en los servicios de inteligencia españoles y sus libros de no-ficción, así como sus artículos y reportajes, lo han situado a la cabeza de los expertos en agencias secretas.
Su contacto con El Lobo se remonta a veinte años atrás y desde entonces ha mantenido una amistad que le ha permitido no solo conocer su enigmático rostro sino también “su corazón dañado por tantas batallas a favor de su país”. En esta novela le rinde homenaje y reconoce su figura mostrando los desaires y olvidos que el CNI ha tenido con él.
El protagonista.
A principios de la década de los 70, Mikel Lejarza, alias El Lobo, fue captado por el servicio secreto para infiltrarse en ETA. Su operación terminó con doscientos terroristas entre rejas y la estructura de la banda terrorista desmantelada.
Tras aquella misión, el infiltrado pasó definitivamente a la clandestinidad, llegando a operarse de cirugía estética para alterar su rostro y cambiar de identidad para iniciar una nueva vida lejos de posibles amenazas. Sin embargo, aunque cuando siguió infiltrándose en grupos mafiosos y terroristas, su estela se fue desvaneciendo, hasta convertirse en una de las mayores leyendas de la historia del espionaje español.
Al final de la novela El Lobo realiza una acertada reflexión sobre el fin de ETA, homenajeando también la memoria de las víctimas y sus familias.
La novela.
Después de los atentados del 11-S, la agente de la CIA Samantha Lambert es reclutada para formar parte de la División Bin Laden, creada por el Director de la Agencia para acabar con Al Qaeda. Su misión es coordinar las infiltraciones, analizar a los candidatos, seleccionar a los más adecuados y preparar a los topos.
Su experiencia en este terreno le ha llevado al convencimiento de que el perfecto infiltrado tiene que ser “una persona excepcional, un aventurero insensato, alguien capaz de ser un héroe sin saberlo. Debe tener el estómago a prueba de un ataque de nervios, ser capaz de separar en su cerebro su verdadera vida de la identidad que ha asumido”. Este debe ser el perfil de la persona que puede entregarles la cabeza de Bin Laden y en su búsqueda el camino de Samantha se cruzará con el de El Lobo, quien se ha marchado de España decepcionado con el gobierno español y colabora en Dubái con una célula de Al Qaeda por razones que iremos descubriendo.
Este es el planteamiento de una trama que no da respiro al lector y que recorre los puntos calientes del yihadismo internacional (Dubái, Arabia Saudí, Nueva York, Afganistán, Pakistán…), un thriller que disecciona la problemática del terrorismo en la actualidad y que se adentra también en la mente de un hombre “que ha pasado casi toda su vida infiltrándose en las organizaciones más peligrosas del planeta”.
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