martes, 23 de septiembre de 2014

El mundo visto a los 80 años, de José María Carrascal

El mundo visto a los 80 años (ed. España, 2014) es una reflexión del periodista José María Carrascal, una mirada hacia el pasado, sin perder de vista el presente y con el futuro en el punto de mira. Un trabajo en el que el autor adopta una perspectiva con las dos principales características comunes que asocia a su edad: escepticismo e indignación.


Con un título tomado de una obra de Santiago Ramón y Cajal, el autor se propone hacer un recorrido por los principales acontecimientos observados y experimentados a lo largo de su vida, sin pretender sentar cátedra, ni descubrir nada nuevo, solo con el objetivo de reflexionar y “aportar algún dato curioso sobre lo ocurrido durante las últimas ocho décadas”.

En una sociedad en la que se desprecia la vejez y se ensalza la juventud, creo que es más necesario que nunca escuchar voces experimentadas, maduras, que comparten la sabiduría adquirida por todo lo aprendido, lo observado, los errores cometidos y las experiencias acumuladas. Aunque hay personas para todo, es cierto, independientemente de la edad, leyendo este libro he recordado las palabras del libro de Job: “en los ancianos está la sabiduría; en los muchos años el entendimiento”.

Por lo tanto, más allá de que se esté de acuerdo o no con las opiniones políticas, religiosas o de cualquier otro tipo plasmadas en el libro, creo que es muy recomendable acercase a una obra que, en palabras del autor, “no pretende ser un testamento, ni unas memorias, sino reflexiones sobre alguien que ha vivido por lo menos tres etapas históricas muy distintas: el Viejo Régimen, la edad moderna y la posmodernidad”.

Con capítulos muy cortos, un ritmo ágil, toques de ironía, una narración fluida y entretenida, algún que otro baile de nombres, múltiples anécdotas que hace aún más entretenida la lectura y con constantes reflexiones sobre los temas tratados, el autor nos invita a acompañarle en este interesante recorrido por su vida y por la historia más reciente de España y del mundo, un recorrido en el que se realiza un recuento “de errores, falsos cálculos y decepciones tanto míos como de mis coetáneos”, pero también de los aciertos y soluciones a los problemas planteados, aunque, como decía al principio, son tratados con un tono de escepticismo que, tristemente, se fundamenta no el pesimismo, sino en el realismo.

El recorrido que nos plantea el autor es personal, basado en sus experiencias vividas a lo largo de una carrera en la que ha tenido oportunidad de visitar y vivir en varios países, conocer diferentes culturas, ser testigo de episodios claves de la historia, entrevistar a personajes influyentes, un bagaje que le permite, no sentar cátedra, pero sí reflexionar sobre lo que ha vivido, y hacerlo con total libertad, sin esquivar temas espinosos y conflictivos. Una visión que podemos no compartir,  pero que sin duda nos enriquecerá y nos hará detenernos y pensar, algo a lo que no ayuda el ritmo frenético en el que estamos sumergidos, por cierto, otro de los temas de los que habla el autor.

¿Y qué temas encontramos en el libro? Pues Carrascal se atreve con todo, se podría decir que no ha dejado tema sin tratar: la globalización, la cultura, la corrupción, el terrorismo, la tecnología, el consumismo, la vejez, la juventud, la educación, el estado de bienestar, la muerte, el feminismo, el auge de la homosexualidad, los comics, el cine, la cocina, el cambio climático, la guerra fría, la caída del muro de Berlín, la navegación espacial, la ecología, la primavera árabe, la ONU, los partidos políticos, el capitalismo, el comunismo, el conflicto entre Israel y palestinos, el fútbol o el movimiento hippy.

El autor también ha dedicado algunos capítulos a los diferentes países donde ha tenido oportunidad de vivir gracias a su trabajo como corresponsal y con los que tiene una relación especial. Nos mostrará su admiración por los Estados Unidos y las peculiaridades de los americanos; la ternura, cariño y agradecimiento que siente por Alemania y el secreto de su éxito; la admiración que le despierta la cultura, las maneras, la inventiva y la práctica británica o la humanidad de los italianos.

A pesar de ser de letras descubriremos su pasión por la ciencia, con curiosas anécdotas en las que conoceremos, entre otras cosas, el miedo a volar de Isaac Asimov. En el tema de la religión se adentra en temas como la existencia de Dios, el mal, el libre albedrío, la otra vida, sin perder su mirada escéptica y afirmando al final de este capítulo que “por mi incapacidad, no ya de conocerlo, sino de entenderlo, no quiero seguir divagando sobre Dios y, menos juzgarle”, algo que es una pena ya que, como también afirma en otra ocasión, “a mi edad no puedo perder el tiempo” y creo que no hay mejor forma de aprovecharlo que buscando a Dios.

Lector voraz, en el apartado dedicado a los libros descubrimos su pasión por la lectura y se posiciona en el debate libros digitales vs libros de papel, decantándose claramente por estos últimos que “palpamos, absorbemos, anotamos y llevamos en la mano como a un amigo”. No imagina un mundo sin libros de papel, o por lo menos no quiere estar presente si esto sucede, y homenajea a esa docena de libros “que le han enseñado más que todos los profesores juntos, que han moldeado mi carácter, mis aficiones, mis filias y mis fobias, libros que he leído mil veces, con los que he reído y llorado, que necesito tener siempre al lado como consuelo en las horas tristes y celebración en las alegres”.

Y, para concluir, quiero detenerme en su mirada sobre España, que aparece en diferentes partes del libro y que concluye con un amplio capítulo dedicado a nuestro país en el que plantea estos interrogantes que sirven como colofón y resumen con acierto la situación que estamos viviendo: ”¿Cuándo dejaremos los españoles de considerar nuestro país el más desgraciado, perjudicado, escarnecido y, a la vez, el más rico, admirable, envidiado? ¿Cuándo dejaremos de discutir cómo debiera ser España y ponernos manos a la obra de mejorarla? ¿Cuándo preferiremos la realidad a las ilusiones, llámense milagro, lotería o recomendación? ¿Cuándo nos convenceremos de que nuestros problemas no se solucionan cambiando las leyes sino cumpliéndolas?”

En resumen, un acertado libro en el que el autor ha seguido la teoría de Marañón sobre las edades, en la que define la senectud como la edad “de la reflexión, la contemplación, el consejo –si se nos pide-, y el rememorar, que es volver a vivir los buenos momentos y las locuras de juventud. Sin intentar repetirlas”.

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