Pedro Santamaría nació en Santander en 1975. Es licenciado en derecho por la Universidad de Canterbury, Inglaterra, país donde ha vivido, estudiado y trabajado desde los catorce años. Después de haber viajado a Taiwan, donde fue profesor de inglés y castellano, decidió volver a su tierra natal para establecerse definitivamente. Su primera incursión en la novela histórica, Okela (Pàmies, 2011), que narraba una expedición espartana a las fuentes del Ebro, y nació de su pasión por la historia de Cantabria y la Grecia Clásica, fue todo un éxito de ventas en nuestro país. Su segunda novela, El águila y la lambda (Pàmies, 2012), se situaba en la Primera Guerra Púnica, y ahora nos hace viajar a la España visigoda, en un relato trepidante ambientado en un lugar y un época que nos deparará interesantes datos históricos que el autor aclara en una interesante nota final.
En el año 572 d.C. encontramos a los cántabros, abandonados a su suerte en su momento por el Imperio, concentrados en Amaya como lugar de reunión de los grandes terratenientes, jefes y caudillos. Desde allí se defendieron de los ataques bárbaros y formaron su particular Senado que se mantenía después de un siglo. Ahora se enfrentaban a una nueva amenaza y Peña Amaya volvía a ser el bastión inexpugnable en el que depositaban sus esperanzas de sobrevivir.
Camino de la ciudad encontramos al monje Tomás, un joven cántabro que regresa a su tierra natal con una misión encomendada por Emiliano (San Millán) un hombre santo con fama en todo el norte de la Península. Emiliano ha tenido un sueño en el que ha visto Peña Amaya destruida y envía a Tomás con para que predique la fe cristiana a una población pagana en su mayoría.
El joven monje se enfrentará a su perturbador, pecador y oscuro pasado, además de a su hermano mayor Necón, encargado de defender Amaya y toda Cantabria de la amenaza del ejército del rey visigodo Leovigildo, que quiere unificar toda Hispania bajo sus leyes y para eso debe conquistar el norte. Tomás regresa a su tierra natal sin haber dejado de ser un guerrero, aunque este caso es un guerrero de Cristo, con la Palabra y la fe como armas, en lugar de la espada.
Tomás deberá superar múltiples obstáculos para intentar evitar que Cantabria se precipite de nuevo a una guerra que Emiliano ha predicho que sería la última si no abrazaban la fe cristiana, algo a lo que se opondrá su hermano Necón, un personaje que irá tomando protagonismo en el desarrollo de la trepidante trama. Estos son los engranajes de una intensa trama con sus protagonistas enfrentándose a complejas encrucijadas y a situaciones límite que pondrán a prueba sus creencias e ideales.
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