viernes, 1 de noviembre de 2013

El cielo roto

El cielo roto, de Fernando Barrejón (ed. Suma de Letras, 2013) es una novela histórica que nos ofrece una peculiar perspectiva sobre el descubrimiento de Los Libros de Plomo del Sacromonte, considerados una falsificación urdida por los moriscos.


El autor afirma en la introducción que fue animado por un amigo a investigar un tema que, en principio, no le despertaba gran interés. Pero conforme fue documentándose encontró interrogantes difíciles de responder hasta construir esta novela cuya conclusión final deja en manos del lector.

Creo que el resultado final es una novela histórica que retrata con acierto un período que abarca algo más de un siglo y que resultó crucial para nuestra historia. Los Libros, sean o no una falsificación morisca, muestran un contenido que nada tiene que ver con los verdaderos evangelios, aún así dan pie a un intento de comprensión entre cristianos y musulmanes y a una importante reflexión, la necesidad de mostrar tolerancia y respeto hacia los que piensan y creen de forma diferente.

Aunque no todas las religiones son iguales y es necesario buscar, creer y defender con argumentos la verdad, la fe no se impone por la fuerza, algo que sí intentaron hacer algunos que se llamaban cristianos, pero que estaban totalmente alejados de la enseñanza de Cristo, y que ahora es práctica habitual en los países musulmanes donde ser cristiano es perseguido con la cárcel, torturas y la muerte. Los protagonistas de la novela muestran una actitud muy diferente.

La novela nos sitúa a comienzos del año 1492 en Granada, justo en el momento en el que Boabdil entrega la ciudad a los Reyes Católicos. Yahia Aljibbis Alhakim, el médico más respetado e influente de Granada, al que conocen como “el médico de los pobres”, observa con preocupación los cambios aunque confía en las garantías de libertad y respeto prometidas en las Capitulaciones de Santa Fe.

Inspirado por su padre, un hombre que defendía la libertad y la tolerancia, Yahia se bautizó por precaución y colabora con el arzobispo fray Hernando de Talavera para que tanto cristianos como musulmanes pudieran seguir viviendo en paz, sin molestarse mutualmente y dando ejemplo de convivencia. Pero la llegada a la ciudad del cardenal Cisneros, bajo el amparo de los reyes, incendiará la ciudad, humillando a los musulmanes con sus métodos intransigentes y llenando las calles de sangre.

A partir de aquí comienza el relato de un peregrinaje que durará algo más de un siglo y en el que el hallazgo de los libros de plomo del Sacromonte se convertirá en pieza clave y la esperanza para resolver el conflicto. Un descendiente de Yahia recorrerá varios países europeos con el objetivo de interpretar y preservar esa herencia sagrada que suponía un mejor entendimiento entre musulmanes y cristianos.

Fernando Barrejón ha retratado una triste realidad, señalada por uno de los personajes: “los seres humanos no saben vivir en paz por mucho tiempo, enseguida encuentra una ambición para declarar guerras”. Afortunadamente, existen ejemplos a seguir como el de fray Talavera, que seguía a su maestro Jesucristo, no imponiendo su fe por la fuerza sino por el testimonio, no cesando “de hacerles llevadera su situación y de exhortarles con dulzura infinita a escuchar el Evangelio y recomendarles la conversión”.

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