lunes, 12 de agosto de 2013

Muerte en la clínica privada

La escritora inglesa P.D. James es considerada la reina del crimen, digna sucesora de Agatha Christie. Desde que en 1962 publicó Cubridle el rostro con el inspector Adam Dalgliesh como protagonista, ha hecho honor a su título literario con grandes novelas como "Intrigas y deseos", "Mortaja para un ruiseñor", "El faro", "La sala del crimen" o "Muerte en el seminario". Su nueva novela, Muerte en la clínica privada (ed. Zeta Bolsillo, 2010), vuelve a confirmar su reinado en el género.

Dalgliesh sigue siendo el gran protagonista, el inspector poeta y viudo que vive en una posición acomodada por la herencia de su tía. Dalgliesh es introvertido, muy reflexivo, se toma siempre una parte del día para estar en soledad. Con una memoria prodigiosa, encarna a la perfección el aire clásico de los detectives de antaño, dando prioridad a sus capacidades deductivas y a la observación de los detalles y de los perfiles psicológicos de los sospechosos.

En "Muerte en la clínica privada" encontramos a Dalgliesh a punto de casarse con Emma y preparándose para conocer a su futuro suegro. El inspector dirige la Brigada de Investigaciones Especiales de la Policía Metropolitana de Londres y recibe el encargo de investigar la muerte de la periodista Rhoda Gradwyn en la Mansión Cheverell, la clínica privada del doctor Chandler-Powell, uno de los mejores cirujanos plásticos de Europa. Adam se extraña de que el mismo gobierno británico les haya encargado un caso en apariencia común, pero cuando llega al lugar del crimen descubre que se enfrenta a una investigación nada convencional y muy delicada.

Al comienzo de la novela conocemos los sucesos anteriores de la víctima antes de ser asesinada. Rhoda Gradwyn era una conocida periodista de investigación que arrastraba un terrible trauma de su infancia. Su padre era alcohólico y la golpeó brutalmente con una botella dejándola como secuela física una desagradable cicatriz en la nariz. Con 47 años, Rhoda decide operarse en la Mansión del doctor Powell, un lugar retirado, muy caro, sólo asequible para un círculo de pacientes privilegiados. La periodista le pregunta al doctor si la operación será peligrosa, éste contesta con una frase que se convertirá en premonitoria, "yo no la calificaría de peligrosa desde el punto de vista quirúrgico". Cuando Rhoda llega a la mansión descubre que el pueblo está lleno de horrendas leyendas y conocerá a todo el personal de la clínica.

La periodista se sentirá fascinada por las historias del pueblo y por el personal que trabaja en la Mansión. Decide dar rienda suelta a su curiosidad periodística, "a su pasión de siempre de describir la verdad sobre las personas". El problema es que muchos en la mansión la ven como una amenaza por su oficio, ya que puede poner en peligro la privacidad del lugar porque "su trabajo consiste en descubrir sobre los demás cosas que podrían causarles angustia o dolor, o algo peor, y que despertarían la curiosidad del gran público británico si llegaran a conocerse".

El resultado final de su estancia en la mansión resulta mortal. Dalgliesh llega a la clínica acompañado de su fiel equipo, la inspectora Kate Miskin y el sargento Francis Benton-Smith. Los tres se enfrentarán a un clásico del género, la intriga de círculo cerrado, una serie de sospechosos entre los que se encuentra el asesino.

Comienza el desfile de sospechosos, con interrogatorios, coartadas y posibles móviles que harán las delicias de los aficionados al género policíaco clásico. Cada detalle es importante para averiguar quién es el asesino y evitar nuevas muertes. La perspicacia del detective predomina sobre la tecnología y las técnicas científicas. Una simple libreta se convierte en la herramienta perfecta en manos de Dalgliesh, "desde la época de sargento detective, anotaba en un bloc extraoficial unas cuantas palabras y expresiones destacadas que inmediatamente le permitían recordar una persona, una admisión imprudente, un fragmento de diálogo, un intercambio de miradas. Ayudándose de esto, tenía un recuerdo casi completo".

Las historias personales que se encontrarán en la investigación desvelarán secretos ocultos, traumas del pasado y relaciones conflictivas que pueden aportar la clave del móvil del asesinato de Rhoda y de otros que se puedan producir. Destacan las relaciones de amor entre algunos de los personajes, basadas en la amistad, contrastando con una sociedad en la que "todas la relaciones parecen definirse en función de la sexualidad".

La investigación nos mostrará la delicada línea entre los inocentes y los culpables, como podemos ver en una conversación del inspector con uno de los personajes, cuando éste reflexiona sobre la muerte de personas inocentes, Dalgliesh señala acertadamente, "¿Inocentes? ¿Te sientes tan seguro de ti mismo hasta el punto de distinguir entre las víctimas que merecen morir y las que no?".

Adam Dalgliesh reconocerá a lo largo de la novela que, aunque nos horrorice y repugne, todos sentimos atracción por el asesinato. A lo largo de su carrera "había observado cómo transeúntes inocentes, siempre que estuvieran exentos de pesar o sospecha, eran absorbidos por el homicidio, atraídos inexorablemente al lugar del crimen con fascinada incredulidad". Estoy seguro de que te sentirás identificado con estas palabras una vez que te sumerjas en las primeras páginas del libro.

(Reseña publicada en MujerdeHoy).

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