jueves, 6 de junio de 2013

Cómo provoqué la crisis financiera

"Cómo provoqué la crisis financiera" de Tetsuya Ishikawa (ed.Temas de Hoy, 2011), es una novela basada en la experiencia personal del autor, despedido de Morgan Stanley en 2008 por regulación de plantilla. La idea de escribirla surgió durante una partida de póker, cuando le explicó a unos amigos las causas por las que le habían despedido y el desenfrenado nivel de vida que llevó mientras se hacía millonario con los “activos tóxicos”.

El autor es consciente de haber desempeñado su papel en la burbuja crediticia y su posterior estrangulamiento. Su propósito con la novela es ofrecer una comprensión más profunda de las causas de la crisis para ayudarnos a aprender de nuestros errores y avanzar de un modo más constructivo.

El comienzo de la novela resulta impactante, con Andrew, su protagonista, recogiendo sus pertenencias después de ser despedido de su empresa. Añoraba la constante adrenalina de cuando hacía negocios, levantándose cada mañana con una lista de cien cosas que hacer, todas ellas lucrativas. Había trabajado 7 años en el sector del crédito y le había sacado mucho provecho, pero el viaje tocaba a su fin. Su experiencia era la misma que la de todos sus compañeros, “ya no estábamos construyendo rascacielos, sino utilizando las manos para retirar los escombros, después de que todas las poderosas torres que habíamos construido se hubieran derrumbado hasta los cimientos”. Muchos de ellos intentaban sobrevivir, agarrándose a su puesto de forma miserable, pero él ya se había hartado de tanta fachada y falta de honradez y era consciente de que no era una víctima de la crisis, sino uno de los causantes, “por eso estaba tan contento de que me despidieran. Me lo había ganado a pulso”.

Después de esta escena inicial, el protagonista narra sus comienzos trabajando en un banco de inversión en el año 2001, recién graduado en Oxford y siendo un novato en lo profesional, pero con una falta de escrúpulos sin límites. Unirá su futuro al de su jefe, Mike, al que metafóricamente venderá su alma en una carrera movida por la avaricia y la ambición. En poco tiempo perderá su inocencia y se sumergirá en un mundo de negocios en el que tendrá que aprender a hacerse con una red de contactos, darse a conocer, pisotear a sus rivales y entrar en una espiral de lujo y desenfreno. Bajo la fachada de personas respetables, los banqueros y los profesionales que giran a su alrededor llevan unas vidas nocturnas de excesos, drogas, libertinaje, prostitutas, estríperes y alcohol.

Andrew se entrega de forma completa a la causa, cegado por el lujo y el desenfreno. En la narración de su ascenso meteórico y sus ganancias millonarios iremos descubriendo las claves para comprender la creación de la burbuja y su estrangulamiento posterior. Los bonus de los banqueros, las hipotecas subprime, los fondos de alto riesgo, los productos tóxicos, etc., irán formando una burbuja cuyas señales de alarma estaban delante de las narices de los protagonistas, pero a las que no atendieron.

La sociedad quedó fascinada por la prosperidad económica provocada por la apertura de créditos al público en general, entrando en un círculo vicioso en el que los gobiernos eran aplaudidos por su gestión económica, los propietarios de las casas se sentían más ricos al aumentar el valor de sus propiedades, los créditos masivos posibilitaron que mucha gente pudiese disfrutar de lujos que raramente se habían permitido, los banqueros ganaban, el desempleo bajó, nadie podía detener una situación de prosperidad y ganancias sin límites.

El libro termina señalando las diferentes responsabilidades en la crisis, cargando las culpas sobre el sistema, no sobre las personas, pero el sistema está formado por personas, y es en la naturaleza del ser humano donde anida la avaricia y la ambición. Es cierto que hay que establecer instrumentos reguladores adecuados, pero cada persona es responsable de sus acciones y de establecer un adecuado sistema de valores y prioridades porque, como señala acertadamente uno de los personajes de la novela, “el dinero va y viene. La forma de ser se forja y permanece”.

Reseña publicada en MujerdeHoy.

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