miércoles, 27 de febrero de 2013

El avaro y El enfermo imaginario

Editorial Alianza nos ofrece en una económica edición de bolsillo dos obras clásicas del genial Molière, El avaro y el enfermo imaginario. Introducidas con una breve reseña biográfica sobre el autor, que nos ayuda a comprender el contexto en el que se originaron sus obras, el libro nos sumerge a continuación en dos deliciosas comedias con unos protagonistas inolvidables, dos padres mezquinos y egoístas, uno obsesionado con su dinero y el otro con su salud, dispuestos a sacrificarlo todo por su interés, incluso el bienestar de sus hijos.


Las dos obras tienen relación con la vida del Molière, ya que por una parte se las tuvo que ver con codiciosos usureros y estuvo en la cárcel por deudas, y por otra se enfrentó a una tuberculosis contra la que luchó durante 7 años hasta que falleció después de una representación de su última obra, precisamente El enfermo imaginario. Con su mirada satírica y crítica nos hará disfrutar con dos obras maestras que se adentran en lo más ruin y miserable de la naturaleza humana.

El avaro nos presenta a Harpagón, un viudo ricachón que somete a sus hijos a un régimen espartano con todo tipo de privaciones, materiales y emocionales, por su carácter tacaño, mezquino y avaricioso. Su hijo Cleantes está enamorado de Mariana, una joven que vive con su madre sufriendo escasez económica. Y su hija Elisa quiere casarse con Valerio, quien ha conseguido el puesto de intendente de Harpagón para ganarse su favor.

Pero su padre, obsesionado con que no le roben su dinero y siguiendo una única máxima: “bienaventurado quien tiene su hacienda bien colocada y solo conserva lo que necesita para sus gastos”, tiene otros planes. Ha comprometido a su hijo con una viuda y a su hija con Anselmo, “un hombre maduro, prudente y sensato, que no tiene más de cincuenta años y del que se presumen grandes bienes de fortuna”. Además, él se ha encaprichado de una joven cuyo nombre es… Mariana.

A partir de aquí asistiremos a toda una serie de enredos, malentendidos, situaciones surrealistas y absurdas, además de diálogos divertidos que se enriquecerán con la aparición de varios personajes que enredarán aún más la trama rodeando al protagonista de adulaciones, mentiras, insolencias y zalamerías. El avaro es, sin duda, la mejor de las dos obras. Molière creó un personaje único que llega a resultar de lo más patético, convirtiendo la obra en una tragicomedia. Harpagón nos hará reír a carcajadas con sus ocurrencias para ahorrar dinero, pero también nos hará indignarnos para, finalmente, sentir lástima de un ser con todo tipo de carencias que ilustra la máxima bíblica, “raíz de todos los males es el amor al dinero”.

El enfermo imaginario tiene como protagonista a Argán, un hipocondríaco que vive rodeado de médicos. Al igual que ocurre con el protagonista de la anterior obra, Argán ha decidido casar a su hija Angélica con el hijo de un médico, no porque ella lo quiera sino porque “viendo lo achacoso y enfermo que estoy, quiero conseguir un yerno y unos médicos aliados, con el fin de tener el apoyo de buenos refuerzos contra mi enfermedad; de que haya en la familia la fuente de los remedios que necesito y de tener a mi disposición consultas y recetas”.

Pero su hija está enamorada de Cleantes y no está dispuesta a ceder ante las amenazas de su padre ya que cree que “el matrimonio es una cadena a la que no se debe nunca someter por la fuerza a un corazón”. Los esfuerzos de Argán se entremezclan con la redacción de un testamento a favor de su segunda esposa ante el que esta aparenta una sospechosa indiferencia, y las conspiraciones de familiares y sirvientes a favor de Angélica que darán lugar a esperpénticas situaciones en una burla contra los médicos durante una época en la que estos estaban más próximos de la superstición que de la ciencia.

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