miércoles, 22 de agosto de 2012

Por amor al arte, las memorias de Erik el Belga

Por amor al arte (ed. Planeta, 2012) son las memorias de Erik “el belga”, el ladrón más famoso del mundo que ha robado más de 6.000 obras de arte en España.


La actitud de este ladrón resulta indignante, ya que no se arrepiente y presume de su vida de delincuente, además de añorarla como idílica en muchas de sus entrevistas. Aún así, el libro es una obra esclarecedora sobre cómo funciona el tráfico de obras de arte en España y nos indignará también comprobar de qué forma curas y obispos participaban en sus delitos y la desidia de las autoridades sobre la situación de nuestro patirmonio.

El libro está narrado con un ritmo trepidante, escrito a cuatro manos con Nuria de Madariaga. Su argumento parece digno del mejor thriller: “Una delicada talla gótica ha sido sustraída de una iglesia alemana. En la persecución la policía dispara a uno de los ladrones. Él no sabe muy bien dónde le duele, pero se le empieza a nublar la vista. La talla se ha manchado de sangre y tiene un agujero. La preciosa obra de arte ha salvado la vida al ladrón más famoso del mundo: Erik el Belga.

Así empieza la autobiografía de René Vanden Berghe, Erik el Belga, escrita con increíble ritmo narrativo a cuatro manos con Nuria de Madariaga. Su vida es la demostración de que la realidad supera la ficción. Nada hacía suponer que el pequeño René fuera a convertirse en un ladrón. Su abuelo le transmitió el amor por el arte gótico y el románico, su madre lo introdujo en el mundo de la pintura, y su padre le enseñó los secretos del bosque, las armas y los libros antiguos. Pero el ambiente tras la segunda guerra mundial era perfecto para aprender las artes del contrabando y su carácter le dio el ansia por el conocimiento y la lógica necesaria para justificar su querencia por las piezas de arte sacro: «soy católico y la Iglesia es de todos los católicos, luego lo que es de la Iglesia también es mío» o «si no hubiera salvado esta pieza de la carcoma ahora no existiría…».

Erik el Belga empezó su carrera como anticuario en Bélgica, donde compraba muebles a los dueños de casas y castillos abandonados tras la segunda guerra mundial para restaurarlos y venderlos, y llegó a hacerse un nombre en el mercado de antigüedades en Europa. A medida que sus clientes se hicieron más exigentes, él empezó a robar de iglesias y museos, aunque asegura que sólo un 5 por ciento de sus 600 golpes fueron a iglesias. Uno de los robos más sonados lo perpetró en 1979, en la catedral de Roda de Isábena, Huesca, de donde se llevó, entre otras piezas, la silla de San Ramón.

También en lo personal, ha protagonizado una historia azarosa. Ha tenido siete parejas, se ha casado cinco veces y es padre de otros tantos hijos. Actualmente vive en España y ha dedicado tiempo y dinero a obras benéficas, donaciones de cuadros pintados por él y colaboraciones para localizar obras robadas”.

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