La luz del Guernica, de Baltasar Magro (Roca Editorial, 2012) es una novela que se introduce en la mente del pintor Pablo Picasso para ofrecernos un relato intenso y detallado sobre la creación de su más reconocida obra, el Guernica.
La primera parte de la novela se desarrolla durante el año 1917, con Picasso viajando por Italia procedente de París, su ciudad de residencia. La tragedia de la Gran Guerra se palpaba en el ambiente y, aunque el conflicto se desarrollaba los territorios limítrofes del norte, sus efectos se extendían por todo el país.
En medio de la tristeza y el dolor de la guerra, el arte se presenta como refugio y remanso de paz, especialmente en la ciudad de Florencia. A lo largo de la narración de su viaje por esta ciudad, conoceremos la turbulenta y caótica vida amorosa del artista y su obsesión por la bailarina rusa Olga Koklova, a la que ha conocido en Roma. Después de sus fracasadas y, en algún casos, trágicas relaciones aparece ahora una mujer a la que considera diferente a las anteriores, “tenía que ser su mujer, le convenía, era indispensable para adquirir la serenidad que tanta falta le hacía”.
También descubrimos una faceta curiosa del pintor, la escritura como liberación, el uso de sus cuadernos para descargar múltiples sensaciones, mientras escribe en secreto refugiándose en completa soledad y silencio. Finaliza el viaje con el descubrimiento de un cuadro que será el germen de su posterior obra, “Los desastres de la guerra”, pintando en el año 1637 por Rubens, a partir de su propia experiencia, durante una época en la que él fue testigo de la imposible reconciliación de Europa. Picasso entiende la pintura como una ruptura con lo clásico defendiendo que los artistas de su época estaban obligados “a explorar más que en otras épocas si queremos ofrecer propuestas que conmuevan a la gente”, aún así no cerraba los ojos “ante los avances y las soluciones prodigiosas de los grandes maestros como Rubens”.
Regresa a la capital francesa impactado por lo que ha visto en Florencia y dispuesta a iniciar junto a Olga una nueva etapa de su vida en la ciudad donde ya había triunfado como artista.
La segunda parte de la novela, la más crucial y extensa nos sitúa veinte años después, nuevamente en París, con el pintor muy afectado por las noticias que le llegan de la guerra civil en España. Iremos descubriendo cómo sus planes anteriores no se cumplieron y ahora su existencia está caracterizada por la angustia, la desesperanza y el temor. Agobiado por la fama y sus fracasos amorosos, asiste con impotencia a la violencia desatada por sus compatriotas. Mientras él vivía rodeado de sensaciones placenteras, a pocos kilómetros se vivía una guerra cruel y salvaje. Necesitaba aportar algo como artista, “me gustaría crear algo que no dejase indiferente ante al conflicto que hay en España, por supuesto, pero que perdurase. Una muestra de lo que está en juego en estos tiempos, valores que debemos defender con todas nuestras fuerzas”. Tristemente, con el terrible bombardeo de Guernica, se le presentará la oportunidad.
A partir de aquí la novela es la narración del desarrollo de la creación del cuadro, la presión de las autoridades en el exilio, mientras siguen llegando noticias sobrecogedoras sobre la marcha de la guerra. El artista inicia una carrera contrarreloj para termina una obra que espera que “nadie mejor que los españoles entenderá su significado y, teniendo presente estas imágenes y otras, tal vez evitemos que se repita un drama, una catástrofe como la que estamos sufriendo con esta guerra. Es lo que deseo con todas mis fuerzas”. Yo también lo deseo.
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