El libro más peligroso, de Christopher B. Krebs (ed. Crítica, 2011) el sugerente título de un libro nos lleva a una pregunta sorprendente, ¿qué razones hay para calificar como “uno de los libros más peligrosos del mundo” a un librito de menos de 30 páginas escrito por el historiador romano Tácito en el año 98 d.C.? Éste es el punto de partida de un libro fascinante que “convierte la historia de un manuscrito antiguo en algo semejante a una novela de intriga” y que nos hace viajar a través de las vicisitudes de la Germania de Tácito, desde el Imperio Romano hasta el Tercer Reich.
El autor, profesor de Clásicas en la Universidad de Harvard, comienza el libro con un episodio que capta nuestra atención y despierta nuestro interés por este misterioso libro. En otoño de 1943, con las tropas aliadas comenzando la invasión del sur de Italia, varias agentes nazis enviados por Heinrich Himmler irrumpen en Villa Fontedàmo buscando el más antiguo manuscrito existente de “uno de los cien libros más peligrosos que jamás se hayan escrito”.
¿Por qué Himmler estaba interesado en conseguir el denominado Códice Aesinas, el ejemplar de la Germania copiado a mano en el siglo XV, el único manuscrito medieval que había preservado el texto de la obra de Tácito?
El resto del libro dará respuesta a esta pregunta, mostrándonos de qué forma éste libro pasó a ser algo así como la biblia de los nazis, convirtiéndose en su coartada para probar la supuesta superioridad alemana, en su ideario para las leyes racistas que culminaron con el horror del holocausto, creyendo encontrar en él un modelo ideal de sociedad para fundar el Tercer Reich.
En primer lugar, viajaremos hasta la Roma de finales del siglo I para conocer las circunstancias en las que el libro fue escrito de la mano de su autor, el senador Cornelio Tácito, el mayor historiador de la literatura latina. La empresa no es sencilla porque, de su época es mucho lo que se sabe pero, de él, muy poco. De forma magistral, el autor nos disecciona las claves principales para entender el contexto histórico en el que se fraguó este libro, de menos de 30 páginas, sin título ni prefacio y con un abrupto e irónico final.
Son muchas las incertidumbres en torno a la persona de Tácito y a sus motivaciones a la hora de interesarse por “el origen y las costumbres de los pueblos germánicos” ya que, muy probablemente, jamás llegó a pisar aquellas tierras. Un breve análisis sobre su contenido nos lleva a observar la inquebrantable fe que el historiador tenía en la dignidad humana, por lo que su uso posterior se convierte en toda una ironía de la historia.
Después de un largo período de silencio, viajamos hasta finales del año 1423, con el descubrimiento de la Germania en un monasterio de Alemania. Descubriremos cómo los caprichos del tiempo preservaron una copia de la obra hasta el siglo XV. La hipótesis sobre su descubridor resulta un relato fascinante que nos lleva por bibliotecas, manuscritos y cazadores de tesoros literarios.
Desde este momento, asistiremos a un proceso de varios siglos en el que el libro es leído e interpretado adaptándose a las diferentes ideologías de las épocas correspondientes, hasta llegar al terrible régimen del Tercer Reich, con un día fatídico, el 24 de septiembre de 1924, cuando Himmler leyó el libro durante un viaje en tren y quedó fascinado por “la gloriosa imagen de la elevación, pureza y señorío de nuestros antepasados”.
La lectura del libro nos transmite una clara advertencia en cuanto a los errores que cometemos al acercarnos a las obras clásicas. No podemos leerlas a través de nuestras lentes ideológicas ni interpretarlas según nuestra mentalidad. En este caso, tenemos que “escuchar” a Tácito situándonos en la época en que el autor redactó su libro, para comprender verdaderamente su significado. Este método es válido para cualquier libro de la antigüedad, incluida la Biblia.
La acertada conclusión del autor es que Tácito no fue el culpable de que el libro se convirtiera en un instrumento peligroso, fueron los lectores quienes le dieron un uso incorrecto.
El libro más peligroso es un libro bien documentado, plagado de información y curiosidades sobre el peculiar peregrinaje de una obra fascinante, al mismo tiempo que asistimos a una reflexión inquietante sobre el peligro de la expansión de determinadas ideologías porque, en palabras del autor, las ideas se parecen a los virus: “necesitan de un huésped, que es la mente del infectado, su contenido o su forma se replica y muta, y al constituir agregados dan lugar a las ideologías”.
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Reseña publicada en Mujer de Hoy.
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