viernes, 9 de diciembre de 2011

La canción de Mbama, de Javier Reverte

La canción de Mbama, de Javier Reverte (ed. Plaza & Janés, 2011) es una novela corta que nos hace viajar hasta el corazón más profundo de África y nos sumerge en los más oscuro e infame del corazón del ser humano, cuya necesidad de redención queda plasmada de forma acertada.


Javier Reverte es autor de un gran número de libros de viajes, además de obras de prosa y poesía. Su experiencia como viajero infatigable le permiten ofrecernos una novela en la que es capaz “de retratar la intensidad y la belleza de África y narrar, casi a ritmo de western, la cara menos conocida de su historia reciente”.

La novela comienza con un proverbio africano “un corazón caído no puede ser salvado”, que ya anuncia el tono pesimista y oscuro que va a envolver toda la historia. El protagonista es Luis Urzaiz, un médico navarro que llegó a Guinea Ecuatorial hacía 37 años y que ahora, en el año 2004, se enfrenta a los fantasmas de su pasado.

Luis vive en Cogo, una pequeña ciudad al sur de Guinea, con mil habitantes, alejada de la civilización, sin agua corriente, ni tendido de luz eléctrica, con escasez de comida; uno de los lugares más pobres y bellos de África. Tiene 64 años y espera con ansiedad la resolución de su tercera candidatura al Premio Nobel de la Paz, en recompensa a su entrega a un país por causa del que “había ganado casi todo y perdido cuanto poseía”.

La tensa espera de la concesión del premio será una oportunidad para que Luis recuerde su trayectoria en un lugar al que llegó cuando todavía era colonia española, lleno de ilusiones y dispuesto a “cumplir el sueño de dedicar su vida a los más necesitados y formar una familia”.

Pero Luis es un hombre atormentado por un pasado oscuro, plagado de fantasmas que vuelven a su vida, encarnados en la persona de Teodosio Mbama, un viejo y cruel enemigo que ha regresado a Cogo sediento de venganza.

A lo largo de la narración realizaremos un recorrido por la historia más reciente de Guinea, descubriremos la trayectoria de Luis, su relación de amor y odio por un país al que “había consagrado todas sus energías, el lugar del mundo en el que había volcado el caudal de sus esfuerzos y sus sentidos, la tierra por la que había sacrificado su vida entera. Y también el país que, en cierto modo, le había convertido en un prisionero durante años”.

Luis abrirá su corazón y descubriremos sus temores, sus miedos y sus propias miserias. Conoceremos las razones de sus fracasos familiares y personales, a través de sus recuerdos, y las conversaciones con su amante, una mujer con un sentido práctico y lúcido de la vida, y con el padre Diego, dispuesto a recuperarle para la fe. El retrato del protagonista resultará patético cuando se refleje su vanidad y ambición, con todas sus esperanzas puestas únicamente en el reconocimiento a su trabajo y entrega.

El relato se volverá cada vez más oscuro, convirtiéndose en un universo de horror, maldad, infamia y crimen. La tensión crecerá conforme avanza la historia, a la vez que la desesperanza del protagonista al plantearse una inquietante posibilidad: Dios no existe y, si existe, hay pecados tan horribles que escapan de su perdón. Cuando leía estas páginas, venía a mi memoria un pasaje bíblico reconfortante: “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Afortunadamente, hay posibilidad de redención para el ser humano.

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1 comentario:

Antonio Cabello dijo...

Me gusta mucho este autor, pero este no lo he leído, así que me lo apunto.
Un saludo.